Antonio Cabanas te invita a sumergirte en El camino de los dioses, su última novela
Antonio Cabanas acaba de publicar El camino de los dioses (Ediciones B) un libro que habla Egipto, Roma, banqueros expoliadores, poder en la sombra y la corrupción como rastro que va dejando el dinero tras de sí. Pero esta novela es mucho más, es Alejandría en estado puro, es Mare Nostrum y sus rutas comerciales, es magia, es lucha, amor, amistad. A lo largo de sus páginas este libro nos enseñará que muchas de las prácticas de la antigüedad siguen más que vigentes. De ello nos habla Antonio Cabanas en esta entrevista:
¿Qué se va a encontrar el lector cuando abra tu novela?
Un escenario un poco diferente a los anteriores, porque vamos a ir a un Egipto moribundo, siglos antes de cristo, que se entrelaza con dos culturas clásicas. Grecia y Roma emergiendo para conquistar todo el Mediterráneo. El lector se encuentra con diferentes escenarios sugestivos y a través de El camino de los dioses se sumergirá en la ciudad de Alejandría, donde convivían cinco etnias totalmente diferentes en armonía. Sabrá cómo era la ciudad, cómo era la vida de los alejandrinos.
Es difícil resumir de qué va el libro porque El camino de los dioses son muchos mundos en uno sólo, por ejemplo, el lector se va a encontrar también con el padre de Cleopatra, Ptolomeo XII, también conocido como Auletes.
También con cómo era esa sociedad y ese Mediterráneo. Un mar que en el que el comercio floreció de tal manera que unió a los pueblos, consiguiendo que unos se abrieran a los otros mediante el comercio y las rutas comerciales. Y luego está ese mar Egeo lleno de leyendas.
El camino de los dioses también se detiene en la piratería y, sobre todo, en el poder de Roma que avanza inexorable. La novela también tiene cierto paralelismo con la odisea homérica. Aventuras que el lector vivirá con los personajes del libro, sobre todo con Ptolomeo XII, un hombre lleno de luces y sombras.
Y, como curiosidad, hay que señalar que El camino de los dioses muestra un escenario poco conocido de corrupciones políticas y banqueros despiadados que va a sorprender al lector, ya que hace 2000 años ya se hacían prácticas que no nos son desconocidas. Entonces también el dinero corrompía a los políticos, los manejaba y ponía y quitaba reyes
Es curioso esto que cuentas de los bancos…
Por ejemplo, Cicerón habla de codicia de la Roma, que también tiene su lado oscuro. Cómo prestaban dinero a los Estado y a los reyes y cómo espoliaban después a esos estados para recuperar lo prestado. El personajes de Auletes se vanagloria de cómo soborna a los senadores romanos para conseguir sus objetivos. Es un rey ilegítimo porque Roma no lo reconoce y para buscar la protección de Roma soborna a los senadores y al César. A Pompeyo le regaló 4.000 talentos, (medida de peso antigua que se correspondía con 30 kilos de oro cada talento). Este dinero lo pide a banqueros romanos. Esto sólo es una muestra de la cantidad de sobornos que necesitó este hombre para conseguir sus fines políticos.
¿Cómo ha sido tu proceso de documentación?
El proceso de documentación ha sido exhaustivo. Me ha llevado bastante trabajo porque no hay nada escrito y hay muy poca información; sobre todo me he documentado a través de los historiadores clásicos como Estrabón, Polibio o Cicerón. Por ejemplo, este último nos cuenta, como hemos visto antes, cómo estaba escandalizado de esa codicia insaciable romana, una reflexión que nos hace pensar en la actualidad.
Si tuvieses que destacar un personaje de tu novela, ¿cuál sería?
El protagonista, Amosis, es el centro de la novela, aunque también hay otros que han ido surgiendo después que me parecen muy interesante y fundamentales para la trama. Como es el caso de Abdú, un esclavo, un hombre de raza negra que viene de las profundidades de África, con su filosofía Yoruba y que representa la rectitud de corazón, la amistad verdadera y el conocimiento del que no tiene estudios. Un conocimiento natural que da soluciones a cosas con más claridad de mente que otros más instruidos. También me resulta apasionante la figura de Teoplasto a través del cual nos adentramos en Alejandría. Por ejemplo, nos enseña las fiestas de la ciudad, de las cuales participaba todo el pueblo y era como nuestros Carnavales aunque mucho más dionisíacas. Alejandría era la ciudad de los mil palacios, del esplendor. Este personaje nos descubrirá cómo era la magia que los impregnaba todo en la ciudad. Energías naturales y fuerzas positivas y negativas que luchan.
¿Cómo ha sido tu proceso creativo?
Parto de una cierta estructura pero va cambiando conforme avanzo: tenía claro el final y el comienzo pero el libro fue cobrando vida conforme iba escribiendo. No tengo nunca un esquema rígido, pero sí tengo toda la documentación de lo que he investigado a mano aunque luego, en el proceso de escritura, tienes que seguir investigando. Por ejemplo, han surgido personajes que no contaba con ellos y no he tenido más remedio que seguir trabajando para documentarme sobre ellos, como un detective, para hablar con cierto rigor de su situación.
¿Según tu experiencia, qué tiene que tener un buen libro?
Tiene que tener alma. Lo que diferencia una buena obra de una que no lo es es que el autor sepa transmitir su esencia al lector. El alma es lo que diferencia a los grandes de los que no lo son. Por ejemplo, lo que tienen Borges o los clásicos del siglo XIX o Hemingway. Qué difícil es escribir fácil. Al final de lo que se trata es que el lector sienta lo que tú quieres contarle. Una novela histórica tiene que ir más allá de la propia historia, tiene que contar un argumento que hable de las personas, que nos haga pensar, que reflexionemos. Creo que para escribir es fundamental leer y tener pasión por la literatura, además de tener cosas que contar y saberlas contar.
¿Por último, qué te gustaría que pensará el lector cuando termine de leer El camino de los dioses?
Que ha aprendido, que ha realizado un viaje que le ha emocionado. Fundamentalmente, que se sienta emocionado y que haya aprendido de ese trasfondo histórico, que aprenda de ese mundo y haya podido impregnarse, de una forma amena y sencilla, de él. Que le de pena que se haya acabado el libro.