La piel de la piedra

14.42

Marta Pantiga

Poco después de cumplir dieciséis años, Virginia Woolf escribe en su diario: «Necesitaría la piel de un rinoceronte para seguir viviendo, y no la tengo».

Yo era muy joven cuando decidí, que, si quería vivir siendo yo, iba a necesitar una coraza que me resguardase del mundo. Imaginé en aquel entonces que me vestiría con la piel de la piedra, así resistiría frente a la vida y, mientras, podría desarrollar mi mundo interior sin temor, a resguardo del dolor de un mundo, al que sentía que no pertenecía.

En este libro, como en mi vida:
Los poemas de amor son siempre de mujer a mujer. «Te escribiré», «Universos».
Los de dolor, del dolor de ser diferente, del ser ásperger: «Sufrimiento azul», «La piel de la piedra».
Los enfados: «Lúgubre, lóbrego y tenebroso» y también las alegrías: «La esperada» son de mi manera de ser.
Los recuerdos más hondos de ser de Asturias: «Pepín», «Habitaciones de paso».
Y al final, un yo, al que siempre le han gustado los lances y desafíos, una invitación al juego en «Entre líneas».
Nada está terminado de escribir hasta que está acabado de leer.

La piel de la piedra forma parte de la colección de poesía de Loto Azul.