Entrevista a Harkaitz Cano
Entrevista a Harkaitz Cano. Nos concede una entrevista el escritor guipuzcoano Harkaitz Cano (Lasarte, Guipúzcoa, 1975). Actualmente colabora en varios periódicos del País Vasco, siendo guionista de radio y televisión. Le preguntamos a resultas de su último libro de relatos ‘El turista perpetuo’ (Seix Barral). Un título muy veraniego de este licenciado en derecho por la UPV de San Sebastián. Comenzó su andadura literaria con la creación del colectivo Lubaki Banda, en 1993. Publicó Kea behelainopean bezala (1994), su primer libro de poesía, al que le siguieron las novelas Beluna jazz (1996) y Pasaia blues (1999). En ‘Enseres de ortopedia inútil’ (2002), reunió una antología con sus mejores relatos en castellano. También publicó un libro de crónicas literarias de Nueva York, en 2003, ‘El puente desafinado’.
Lo primero que descubrimos del libro es la portada, esa gran medusa junto al submarinista. «Las medusas aparecen en el primer relato y en el último y cumplen dos funciones muy dispares», nos dice Cano, recordándonos que «las medusas aparecen en el primer relato y en el último». Cano nos cuenta que en el primer relato del libro, ‘La roca más alta’, las medusas «representan el miedo y el peligro, mientras que en el último (en ‘Aullad, estrellas’) encontramos a un escritor aparentemente supersticioso que cree en el veneno inspirador de las picaduras.» Junto a las medusas es el agua el elemento vinculante de estos relatos pues en su mayoría transcurren con la playa, el río o la piscina como telón de fondo.
También le preguntamos por el líquido elemento en este ‘El turista perpetuo’. «Sin duda el agua invoca por sí misma esa doble vertiente: purifica y relaja por una parte, pero puede también ser una amenaza latente.», nos dice, añadiendo que «es fuente de placer, pero también de peligro.» Lo que al parecer Cano trataba de buscar con ello era « ese contraste entre la temperatura solar de muchos de los relatos y la tensión que los atraviesa, a veces inquietante, a veces oscura.» De hecho nos habla del calor extremo a la hora de contrastar las tramas o reforzarlas con los escenarios. «Una situación de calor extremo puede llegar a desenmascarar; la canícula, por ejemplo, puede llevarnos a saltarnos las fórmulas de cortesía y hacer que nos mostremos más irritables, impacientes o rudos. Tal y como somos en realidad.»
Y sobre esto de desenmascararnos, de ver cómo somos en realidad, parece moverse el relato ‘Boeing 767’. Un monólogo interior de uno de los pasajeros de un avión que parece sugerir un uróboro. «En efecto, me encanta que cites esa figura, porque es exactamente lo que es.» Celebro el acierto y Cano continúa comentándonos acerca del tópico de la muerte. «Siempre se habla del tópico de que en el momento de su muerte uno puede llegar a ver su vida resumida en una ráfaga de imágenes… Y digo yo, ¿por qué esperar al momento de la muerte si podemos hacer lo mismo con un relato?
Curiosamente nos advierte de que este relato sea «quizá el más experimental del libro» además de que la hipótesis de aquel era «poder leer el último pensamiento de cada uno de esos viajeros del avión cuando la tragedia parece inevitable y construir, mediante la técnica del zapping, un loop con ese flujo de consciencia colectivo.»
Otro de los relatos por el que le pregunto es por ‘El Danubio mecánico.’ Algo así como una metáfora satírica de una realidad demasiada conocida. «Es un homenaje a “La autopista del sur” de Julio Cortázar ―nos dice―, pero trayendo aquel enorme atasco de tráfico a hoy en día. También podría interpretarse como una versión steam-punk de “El rapto de Europa” en el que se plantea nuestra identidad líquida… Aunque tiene apariencia fantástica, en el fondo es un relato muy realista, con una protagonista cuyo nombre coincide con el de la canciller alemana y cuyo subconsciente desatado cabalga de modo casi lisérgico.»
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