Hoy accionamos nuestra máquina del tiempo que se detiene justo en el instante en que se lee el dictamen del Pulitzer de Literatura del año 1981: «The winner is»… Jonh Kennedy Toole por La Conjura de los necios.
Parece una historia de éxito, pero nada más lejos de la realidad, de hecho el premio fue concedido a título póstumo.
El libro que nos ocupa es una de las obras más impactantes de la literatura del siglo XX. La conjura de los necios cuenta la vida de un ser difícil de describir, Ignatius J. Reilly.
Es un paradigma de protagonista poco agraciado, incluso en ocasiones hasta repulsivo, lo sería más sin la compasión que destila el autor sobre su figura, pero que trasciende de la obra, se acopla a la cabeza del lector, se busca el hueco y allí despliega su Síndrome de Diógenes para no abandonarla jamás.
Biografía de Jonh Kennedy Toole
Jonh Kennedy Toole escribió esta obra hacia el año 1962, mientras hacía el servicio militar en Puerto Rico y, posteriormente, peregrinó por diversas editoriales, todas lo rechazaron. En 1969 se suicidó, sin ver publicada ni esta novela ni la que escribió con 16 años llamada La biblia de neón.
Tenía 31 años cuando decidió quitarse la vida, sin ni siquiera imaginar que su novela sería uno de los mayores éxitos de los años 80, con Pulitzer incluido. Premio que tampoco fue fácil, ya que la única empeñada en que el mundo supiera de la calidad literaria de Toole fue su madre, que se dedicó desde su muerte a buscar una posibilidad por remota que fuese para la obra de su hijo. Finalmente, tras insistir al escritor Walker Percy, éste finalmente aceptó leer la novela. Quedo maravillado de que fuese tan buena y ahí comenzó su éxito.
Un clásico de la literatura moderna
Esta novela es una de las imperdibles de la literatura moderna, es una obra fundamental. Una crítica descarnada a la sociedad americana de los años 60 y, por otro lado, es una obra adelantada a su tiempo puesto que el lector que la lea actualmente se dará cuenta de que no ha perdido ni un ápice de vigencia.
Se dice que Toole retrató en esta novela su propia vida puesto que muchas de las experiencias que cuenta podrían extraerse de las suyas: trabajó en una fábrica de ropa y también ayudó a un amigo a vender comida en un puesto ambulante, vivía con su madre y otra serie de casualidades; el protagonista está obsesionado con su obra, compuesta por múltiples cuadernos que va escribiendo y desperdigando por su habitación con la ambición de ordenarlos algún día, que nunca llega, publicarlos y cambiar el mundo con ellos.
La obra está escrita con un humor ácido y en ocasiones negro; combinando la tercera y primera persona, para darle más profundidad a este personajes tan difícil de caracterizar. Un hombre obsesionado por la vuelta al mundo medieval, con aires de grandeza infinitos y de higiene distraída. Sus ideas se convierten en perlas que a la vez que asombran al lector le hacen pensar, incluso las más descabelladas de ellas. El personaje ve el trabajo como un castigo del que hay que huir a toda costa, un mal que no debería ser necesario.
La correspondencia que mantiene Reilly con su amiga y a la vez enemiga y oponente Myrna Minkoff, completa el caleidoscopio social de esta obra que como quería su gran protagonista se ha convertido en magna con el tiempo.
Si aún no habéis tenido la oportunidad de leerla no lo dudéis, disfrutadla, es adictiva, divertidísima, profundamente profunda, analítica, sarcástica y espectacular en todos los sentidos, tanto que dejará huella en vosotros.