Un árbol caído (Tusquets), Rafael Reig. Reseña
Un árbol caído, de Rafael Reig, es una de esas novelas que cuando salen a la calle dices: «la tengo que leer», pero pasa el tiempo y los libros se acumulan en la biblioteca y no hay manera de ponerse a ello. El verano tiene esas cosas buenas, por fin, lo he hecho.
Rafael Reig escribe esta novela de varias lecturas, diferentes líneas conductoras y caídas de árboles sin tiento. Seguro que si vuelvo a leerla encontraré nuevos mensajes ocultos en ella, porque esta historia puede ser una simple novela de misterio: la vida de unos amigos «progres» en plena Transición; el amor descarriado del más feo; la historia de cómo cambiar de chaqueta según haga frío o calor; la crónica de una tomadura de pelo monumental o el relato de una apasionante partida de ajedrez en la que las metáforas te atropellan si te descuidas. Pero es que también puede una novela negra negrísima y el testimonio de un trocito de la realidad transitoria de este país. Desde la cárcel política hasta la alta sociedad o como el postureo no es una cuestión del siglo XXI, ya existía hace mucho, tal vez, desde que existe el hombre. En Un árbol caído, cada personaje encarna una forma de pensar y de hacer, de sentir, cada uno puede ser el abanderado de muchas de las diferentes corrientes que surcaron la Transición. Lo que comienza con una tarde apacible en una buena urbanización, acaba… ¡Ay! No pensaréis que os voy a desvelar el final… tendréis que leerla para saberlo.
Ese es el contenido, imposible de resumir; pero la forma tiene mucho que decir también. Es un libro muy pensado, desde la primera palabra. Tiene frases de esas que se subrayan y, sobre todo, encontré el mejor inicio de capítulo de los últimos años; y eso que no era el primero. Magnífico. Me gustó tanto, que tuve que leerlo muchas veces y comentarlo a quién quisiera escucharme, así que ahí os lo dejo, para que también lo disfrutéis vosotros:
«Todo sonaba a falso en la gran novela de Pablo Poveda. Los personajes eran de segunda mano, encontrados en Cortázar y arreglados con esparadrapo, máquina de coser y un poco de alambre. Cada adjetivo se abrazaba como una piedra al cuello del indefenso sustantivo que se ponía a su alcance. El argumento avanzaba arrastrando los píes bajo el peso de las descripciones y, cada pocas páginas, tropezaba contra un diálogo o contra sí mismo, como quien se pisa con el otro píe el cordón desatado del zapato»
Realmente, no se necesita decir más, es una novela que merece la pena leer y que desde luego no se pueden perder los amantes del ajedrez. Rafael Reig en estado puro: punzante, crudo, ácido, tierno, original e irónico. Aire fresco.