Juan Braulio nos cuenta los entresijos de Sucios y malvados, su nueva novela
Entrevistamos a Juanjo Braulio que vuelve a sorprender a sus lectores con una nueva novela después del éxito de la anterior, El silencio del pantano, de la que se está haciendo, incluso, una película.
Sucios y malvados (Ediciones B) sigue la estela de la novela negra que tan bien domina este autor. La novela es una profunda reflexión sobre la justicia, el sexo, el poder y la violencia contra las mujeres. Valencia vuelve a ser el escenario de esta compleja trama, repleta de personajes bien definidos y de historias que harán que el lector vuelva a sumergirse en el universo Braulio.
¿Qué nos cuenta Sucios y malvados?
Sucios y malvados es una historia sobre la Justicia y la venganza con la prostitución y la violencia sobre las mujeres como motores narrativos. También es una novela sobre la eterna pregunta de cuándo es justa la justicia y cuándo la única compensación equitativa para quien ha sufrido un delito de especial gravedad es la primitiva, fría y cruel venganza como único medio para alcanzar esa paz interior que fue brutalmente arrebatada por un criminal. En las sociedades civilizadas, hay veces que las leyes muestran grietas por donde se escapan los culpables. Además, la novela también habla de la cuestión de la proporcionalidad en el castigo, es decir, la comparación entre las penas. Si convenimos en que un estafador ha de estar cinco años en la cárcel, por ejemplo… ¿Cuánto tiempo debe pasar entre rejas un asesino? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Siempre? Si hablamos de un terrorista con docenas de cadáveres en su sangrienta cuenta de resultados, ¿cuántos años por cada uno? Y si se trata de un pedófilo que ha arruinado la vida de otra persona para siempre ¿cuál es la reparación adecuada para la víctima? Hay una vieja broma de juristas que dice que el Derecho se inventó para cargarse la Justicia y esta novela gira entorno a ello.
¿El título es toda declaración de intenciones?
Es una frase que proclama con cierta frecuencia una de las mujeres que protagonizan la novela con la que se refiere, en general, a los hombres. O a determinado tipo de hombres vistos desde una perspectiva femenina muy primaria e incluso brutal. En la segunda elegía del Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, Federico García Lorca canta lo de “pero las madres terribles // levantaron la cabeza” y esa visión fuerte y dura de la feminidad es lo que ha inspirado buena parte de la trama y de las protagonistas. Además, “sucios y malvados” también es un eco de lo que piensan las prostitutas que aparecen en la historia sobre sus clientes, normalmente buenos padres de familia que sólo pretenden echar una canita al aire y que hipócritamente pretenden ignorar que el sexo por el cual han pagado es una forma de repugnante esclavitud de la que son cómplices. Al menos en la mayoría de los casos ya que se calcula que dos tercios de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen a la fuerza.
¿En qué te ha cambiado la vida ser escritor?
Básicamente en la relación cotidiana con mi chica, que ha cambiado de manera radical. Antes me decía: “oye, Juanjo, baja la basura” y ahora me dice: “oye, escritor, baja la basura” (Ríe). Bromas aparte, yo creo que la mayor responsabilidad que asume un escritor es la de invadir la intimidad del lector. Cuando alguien lee alguna de mis historias, estamos esa persona y un servidor en completa e íntima conexión y, por tanto, esa responsabilidad me abruma bastante. Por lo demás, la vida cotidiana de un escritor suele ser bastante aburrida. Es un sujeto que lee mucho, escribe todo lo que puede y sabe y se desespera un par de veces al día. Nada interesante.
¿Te gustan las tramas complicadas?
Con la complejidad de la trama, al menos en mi opinión, hay que ser igual de cuidadoso que lo es un cocinero con la salsa picante. La medida justa es la necesaria pero, si te pasas, el guiso termina por no ser comestible. Además, hay que ser honesto con el lector, precisamente, por esa conexión íntima de la que hablaba antes. Si complicas la trama de manera exponencial y, al final, todo lo resuelves con un componente sobrenatural (es que tenía poderes… es que eran extraterrestres… en realidad estaban muertos…etc.) me parece una tomadura de pelo porque has hurtado al lector una de las reglas del juego en tu propio beneficio y haciendo trampas al solitario. Sin embargo, me gustan las tramas complejas cuando la complejidad –valga la redundancia– viene de los personajes y sus acciones porque es entonces cuando la literatura imita mejor a la vida que no es sencilla, sino confusa y contradictoria porque todos, en general, no somos sencillos, sino que vivimos entre la confusión y las contradicciones.
¿Cómo va la película sobre El silencio del pantano?
Hasta donde yo sé, bastante bien. Ahora mismo se está trabajando en la adaptación del guión para pulir lo que será la versión definitiva de la versión cinematográfica de mi primera novela. El proyecto, con el talento del guionista Carlos de Pando, el genio de Marc Vigil (el director de la serie El Ministerio del Tiempo) que será quien la dirija y el impulso del productor Francisco Ramos no puede estar en mejores manos.
¿Qué tiene que tener un buen personaje para serlo?
Profundidad, aunque no se vea. Pero se ha de notar. Es imposible plasmar en una narración todo el complejo universo que una persona guarda en sí mismo, pero la obligación del escritor es acercarse todo lo posible a ese objetivo. Para ello no hacen falta prolijas descripciones ni cientos de folios para detallar cada uno de los mínimos detalles de la personalidad de alguien, pero si la habilidad suficiente para que cada personaje se aparezca al lector como un iceberg en el mar, es decir, una parte se ve porque esta fuera del agua, pero se intuye que lo que hay debajo es mucho mayor. Evidentemente, no hace falta que todos los personajes de una novela estén tan trabajados. Con los secundarios no es necesario alcanzar tanto detalle pero, si lo tienen y, además, lo has conseguido en un par de párrafos, pues miel sobre hojuelas.
¿Cómo organizas la estructura de tus novelas?
Bueno, es evidente que las estructuras lineales clásicas conforme al esquema canónico de introducción, nudo y desenlace no me gustan demasiado y por eso intento que la historia sea contada de manera diferente. Con El silencio del pantano lo hice mediante la narración paralela de dos historias que estaba una dentro de la otra como las matrioskas rusas y con Sucios y malvados planteo una narración coral, contada desde varios puntos de vista, pero con un narrador omnisciente. Todo ello se completa con lo que escribe en su esquizofrénico diario uno de los personajes, que un músico con la mente rota por una experiencia traumática que sufrió de niño y que no ha podido superar. Me han dicho alguna vez que no se lo pongo fácil al lector, pero a mi intención no es esa, sino que la experiencia de la lectura –ese acto íntimo que comentaba antes– sea más intensa porque mis historias funcionan si tengo un lector activo que pone de su parte y no un simple receptor.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando acabe de leer Sucios y malvados?
Aplico a la literatura el mismo axioma que define el periodismo, que ha sido mi profesión durante más de veinte años: formar, informar y entretener. El porcentaje de cada uno de los ingredientes de esta fórmula es muy variable y ciertamente subjetivo, pero, como escritor, escribo los libros que me gustaría leer y los que más me gustan son los que cumplen con esos tres propósitos. Si tras la lectura de Sucios y malvados, el lector tiene la sensación de que sabe más, entiende mejor y ha disfrutado, el objetivo está cumplido.