No pienso llorar

11.54

Una niñez oscura, con algunos claros e imágenes que sólo pueden ocurrírsele a una mente excepcional, intuitiva. Violeta ama y odia, es compasiva y vengadora, víctima; sus venganzas sólo a ella le importan. Los olores y aromas de los frutos y flores forman parte del mundo de la niña. Le gustan las cayenas —flores de sangre-de-Cristo, denominadas así por el rojo intenso y brillante de sus cinco pétalos.

Es una novela compuesta por relatos en espiral cuyo principal nexo de unión es Violeta, que muere y renace cada mañana; introspectiva y a la vez compulsiva. Dicen que no existe una niña así… Sin embargo está muy lejos de ser una psicópata.

Cree que nadie la quiere, se relaciona con personas a quienes su familia desprecia o bien les son invisibles. Su imaginación le induce a leer, a vivir e identificarse con personajes de ficción. Como pequeña que es, la literalidad de frases o denominaciones de los adultos las cuestiona con claridad, y verbaliza lo que piensa.

Por su actitud, andar descalza casi siempre y ser la nota discordante de la familia, la consideran “bellaca”. Violeta vive dentro y fuera de la realidad y desde que tuvo uso de razón —que se le cuestionaba— pensaba en la muerte como venganza o descanso.

Sin existencias