Entrevistamos a Marta Sarramián, autora de Contracorriente, ahora lanza la versión internacional en ebook de Tierra y Lo que aprendí de un vagabundo con Olelibros.com
Viajera, coach, formadora, cooperante internacional. escritora ¿Quién es Marta Sarramián?
Ante todo soy. Un verbo muy utilizado, pero yo diría que nada valorado. Ser, hoy en día, no es nada fácil cuando se trata de ser fiel a uno mismo. Estamos demasiado condicionados.
¿Quién eres? Es una pregunta muy fácil en su formulación, pero compleja en su respuesta. Es la pregunta que cada mañana me hacía Vicente Ferrer cuando estuve trabajando con él y es la pregunta con la que acaba mi primera novela Lo que aprendí de un vagabundo.
Pero para dar respuesta a tu pregunta y no irme por las ramas, te diré que soy comunicadora. Voz y palabra. Soy alguien que pretende no fallarse, aunque a veces me equivoque. Soy eterna pregunta y, a veces, también soy la respuesta, pero eso sólo a veces.
Tras publicar con éxito varios títulos has publicado la versión electrónica de Tierra y de Lo que aprendí con un Vagabundo con Olelibros.com. Ambos libros impresionan por la amplia trayectoria vital y por ser un viaje al interior del ser humano. Háblanos de Lo que aprendí de un vagabundo, de tu experiencia en la India con Vicente Ferrer. ¿Se da o se recibe al ser cooperante?
Como muchas de las personas que han vivido en India, para mí este país significó un antes y un después en mi vida. Un punto de inflexión, un momento de reflexión y comprensión de muchas experiencias vividas. Tanto Vicente Ferrer como Manuel, el vagabundo, que se cruzó por mi camino en India, dejaron una huella imborrable en mi vida y me transmitieron parte de su sabiduría. Para mí, Vicente es mi referente y maestro. Un hombre capaz de dar y amar incondicionalmente y con una sabiduría tan grande que, a veces, me dejaba sin palabras. Sus mensajes me ayudaron tanto que, cuando llegué a España, decidí plasmarlos en papel para que se divulgasen por el mundo y así poder ayudar a aquellos que leyeran esta historia, o si no, que pasaran un buen rato con una historia bonita entre sus manos.
Respecto a dar o recibir, yo siempre he dicho que la balanza está desequilibrada, siempre se recibe mucho más de lo que se da. A esto en la India, se le denomina Karma. Si tú das, el Universo siempre te lo devolverá duplicado, tanto para bien como para mal.
¿Qué fue lo más duro y lo mejor en tu vida como cooperante?
Lo más duro poder leer en los ojos de muchas personas el sufrimiento. No hacen falta palabras para entenderlo. El absurdo de una guerra y lo que puede llegar a hacer la avaricia, la ambición y la sed de poder. Y lo mejor, como contraposición a este sufrimiento y a este absurdo, es experimentar y palpar la fuerza y la capacidad que tiene el ser humano de levantarse y seguir adelante. Ver cómo cuando no tienes nada, tú te conviertes en tu todo con tu tiempo y energía. También, me quedo con el amor y la generosidad de muchas de las personas con las que he trabajado y para las que he trabajado. Sus expresiones de agradecimiento, sus sonrisas y sus miradas limpias e inocentes que reflejan un espíritu pueril que no entiende de odios.
¿Qué te gustaría que pensara el lector al acabar este libro?
Me gustaría saber que el mensaje le ha llegado, que de alguna forma le ha marcado para bien en su vida. Si de todos los lectores, el mensaje le llega a un tanto por ciento, por pequeño que sea, ya me sentiré satisfecha. De hecho, ya lo estoy con todos los mensajes de agradecimiento que me escriben. Desde aquí, me gustaría decirles, que nadie ve nada si no lo quiere ver, y que el agradecimiento se lo tienen que dar a ellos mismos por permitirse sentir, vivir y aprender de este libro o de tantos otros.
Esta es la intención explícita de Lo que aprendí de un vagabundo.
Háblanos también de Tierra. Es un libro que provoca unas ganas de vivir esa experiencia de los días sin horarios, con total libertad. ¿Qué enseñanzas aprendiste de la experiencia?
Tierra nace en una isla desierta de Panamá donde recalamos unos amigos y yo y donde después de unos días, descubrimos que estaba habitada por una única persona que llevaba viviendo allí más de treinta y siete años. Compartir unos días con Chebo, el isleño, -el ser más peculiar y genuino que he conocido en mi vida-, en su isla, fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida después de mi bagaje por la India. Al estar allí, alejada de todo, sin comunicación alguna y con la naturaleza como única compañera de viaje, me di cuenta de lo pequeños que somos, de cómo relativizamos todo y de la multitud de capas de superficialidad e hipocresía que cargamos en nuestro haber. Fui libre y fui YO, sin condicionantes, ni juicios, sin Nada y con Todo. Contactar con tus raíces más profundas, poder observar la naturaleza y encontrar tu alma salvaje, silvestre y animal es una experiencia inolvidable. Esa sensación no tiene precio.
El hecho de estar tan alejada de la tierra y observar la inmensidad del océano extendiéndose a 360 grados a mi alrededor, me hacía sentir diminuta e insignificante, la mayor lección de humildad que he vivido. Además, tuvimos la gran suerte de estar con Chebo, quien se conocía la isla de cabo a rabo, por lo que nunca nos faltó de comer y beber, eso sí, la nouvelle cuisine y los escrúpulos hay que dejarlos aparte. En el libro he tratado de reflejar esta sensación, además de incidir en la idea de que en una isla desierta, lo único que sucede es lo que te sucede a ti mismo. Me he deleitado con los detalles, haciendo descripciones exhaustivas de lo que sucede dentro de cada uno de los personajes con la intención de aminorar la marcha que llevamos en TIERRA, donde no hay tiempos de digestión y los hechos se suceden tan rápido que parecen no vividos. Nos abruman las prisas y la falta de tiempo y en la isla lo que hay es tiempo para vivir. Sobre todo tiempo.
¿Qué te gustaría que pensara el lector al acabar este libro?
Me gustaría que se cuestionara qué está haciendo con su vida y qué reflexionara sobre cómo los valores pueden venirse abajo o verse manipulados cuando el poder y el dinero entran en juego. Todos tenemos esta parte de miseria y egoísmo dentro de nosotros y no sabemos lo que pasaría en determinadas situaciones.
También me gustaría que disfruten del viaje, de la estancia en la isla y que sientan como el mar moja sus pies, porque luego ya llegarán a la TIERRA, donde se verán abrumados por la acción. Que respiren y naveguen por lugares a los que solo un libro les puede llevar. Que fluyan como el agua y luego, pisen Tierra, es aquí donde vivimos.
¿Tienes algún otro libro en proyecto?
Sí, si todo va bien lo tendré acabado para finales de verano, pero antes tendré que viajar a México a recomponer una historia entrecortada.
Si queréis saber más sobre esta autora podéis visitar su blog pinchando aquí.