«NICANOR PARRA ES EL MAYOR DE MIS MAESTROS»
Pepe Llopis Manchón (Castellón, 2000) es el autor del poemario «Si vos querés, nos suicidamos juntos«, publicado por Olé Libros. Su mundo es la lectura. Sin embargo, también es un apasionado cinéfilo, ha incursionado en la fotografía y adora viajar.
Recientemente ha visto la luz tu primer poemario. ¿Cómo está siendo la experiencia hasta el momento?
Extraordinaria. Encima, ha sido toda una sorpresa. Si alguien me hubiera dicho hace tres o cuatro meses que tendría mi libro en las manos, no lo hubiera creído. Todavía no he tocado el suelo desde que abrí el paquete de la primera tirada.
¿Tiene un hilo conductor el poemario?
Como observo brevemente en el prólogo, el poemario plasma mi primera historia de amor. Los poemas, incluso, están reunidos cronológicamente. Por tanto, las vivencias, sentimientos, ilusiones o tristezas que se desprenden de ellos son el fiel recuerdo de cada suceso, de principio a fin.
Todos los poemas están marcados por una sensibilidad muy especial. ¿El amor es la mejor fuente de inspiración?
No sabría confirmar si el amor o el desamor. Quizás ambos. Lo que sí tomaría por certeza es que los afectos en su conjunto, la emoción al fin y al cabo, son la materia prima del poema. La poesía es más un acto visceral, una creación que nace directamente de las entrañas, que un ejercicio de estilo.
¿Tus experiencias vitales siendo tan joven han marcado tanto tus versos?
A día de hoy puedo decir que he tenido una vida muy feliz. No había hasta ahora, aún así, ningún hecho que fuera tan potente como para despertar esa ansia creativa que sí ha despertado «Si vos querés, nos suicidamos juntos». Mi literatura era pura imaginación, como mucho historias heredadas (de mi madre, de mi abuela, de mi tía Serafina).
Todo cambió cuando me enamoré de mi mejor amigo. Fue un proceso muy enriquecedor. Llegué a negarlo interiormente, y después lo acepté en silencio. Y descubrí luego que él me correspondía a su manera, y fuimos por un breve lapso de tiempo inmensamente felices —yo, al menos—; y tras esto todo se quebró; hará algo menos de un año.
No me arrepiento de nada, de todas formas. Cada momento fue como tuvo que ser. Y yo le sigo guardando una gran estima…
¿De dónde viene ese dominio tan increíble de la métrica en tus poesías?
Estoy convencido de que, para renovar un arte, hay que conocer sus raíces a la perfección. Pollock fue un brillante alumno del muralismo mexicano antes de crear su particular action painting. Hay que saber redactar un romance, una octava, una décima; hay que saber enhebrar la melodía para luego deshacerse de ella —o no—. Me crispa leer un intento de soneto que no tenga un fino cuidado de la métrica. Asimismo, me abruman tanto un soneto estilísticamente perfecto de San Juan de la Cruz, como las deconstrucciones del soneto que arma César Vallejo.
Has participado en el Festival de Poesía de la Unesco celebrado en Valencia recientemente, Poes-ència donde destacaste por una impecable lectura de sonetos y donde tuviste la ocasión de compartir experiencia junto a otros jóvenes y grandes poetas. ¿Cómo fue ese momento?
Fue como despegar los pies de la tierra por unas horas —¡sí no estaba ya lo suficiente en una nube!—. Compartir con mis maravillosos compañeros, con Toni Alcolea, editor de Olé Libros; conocer a grandes de las artes valencianas, como: Juan Luis Bedins, Jose Lapasió, Magda Villarroya… Fue todo un placer, un honor y una suerte; no me cansaré de repetirlo.
¿Qué autores has leído o quien dirías que te ha marcado en tu labor como poeta?
Fíjate que yo comencé siendo narrador. Leí mi primera obra de García Márquez con 12 años y ya no pude parar. Cortázar, Arlt, Kundera, Onetti…
Eso sí, especialmente como poeta… Ah, la lista sería infinita. Es innegable que Nicanor Parra es el mayor de mis maestros. Pero podemos hablar de un recorrido como el que antes comentábamos: con autores como Góngora, como Ausiàs March, he aprendido a conjugar las formas. Con Parra, con Vallejo, he aprendido a deshacerlas. (Creo que se ha notado ya mi indisociable toque latinoamericano).
Presentaciones, firma en Feria del Libro de Valencia, en Feria del Libro de Madrid, festivales de la Unesco… Un mundo apasionante y divertido. ¿Qué tienes previsto a corto plazo?
No quiero mirar muy allá. Escribir. Y escribir y escribir y escribir. Seguir estudiando —al menos lo justo y necesario—. Seguir leyendo como siempre. Y hacer todo lo que esté en mi mano para que mi libro dé todo lo que puede dar.
“Si vos querés, nos suicidamos juntos” es el inicio en tu andadura literaria, pero se te augura una gran proyección como autor. ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Siempre escribo mil cosas al tiempo. Sin embargo, desde hace poco me he interesado especialmente por una idea que tenía guardada en el cajón y que ya va tomando forma. Es una serie de poemas-homenaje, a mis maestros chilenos, los de mi segunda patria.
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