Jesús Aguado inaugura con la presentación de «Los 108 nombres de Dios», la programación de Vuelo de Palabras

Fruto de sus varias estancias en India y de su pasión por su cultura y sus poetas, Jesús Aguado le ha ido dedicando, a lo largo de su carrera poética, poemas sueltos y libros enteros.

Por fin llegó el día. Vuelo de Palabras ha inaugurado su programación con la presentación de Los 108 nombres de Dios de Jesús Aguado, una de las figuras más destacadas de las últimas generaciones de poetas de nuestro país.

La obra, que pertenece a la colección “Libros de la Hospitalidad”, fue presentada el pasado 19 de septiembre y, junto al autor, estuvieron los poetas Laura Giordani y Viktor Gómez, que es a su vez director de la colección a la que pertenece el poemario.

Fruto de sus varias estancias en India y de su pasión por su cultura y sus poetas, Jesús Aguado le ha ido dedicando, a lo largo de su carrera poética, poemas sueltos y libros enteros. Este libro reúne poemas inspirados en autores, historias y temas de la cultura india. Heterónimos como Vikram Babu, homenajes como el que hace a Kabir, Mirabai, Damodara Gupta y otros, pinceladas de la vida cotidiana como el que protagonizan algunos niños de Benarés, la ciudad más antigua del planeta, coetánea de Nímive y de Babilonia, que desde hace más de 3.000 años mantiene el fuego encendido de la «fuerza interior espiritual».

 

 

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Como destacó el autor de Los 108 nombres de Dios, en él da cuenta de parte de lo que la India le ha ido enseñando: a creer solo en dioses personales (aunque, paradójicamente, trascendentes), a hacer potable la nada (y, en consecuencia, a atreverse a beber de ella), a transitar las emociones con dulzura sin importar que sean benéficas o terribles, a usar la palabra como vehículo de realización espiritual, a creer en lo minúsculo porque es ahí donde se esconde (lúdicamente, aniñadamente) lo inconmensurable…

Tras las presentaciones, Jesús Aguado inició un recital en el que leyó algunos de los versos que recoge este poemario, estrechamente relacionados con su vivencia colectiva, como el que dedica a los perros que buscan alimentarse de los muertos en los ritos funerarios, y con su enamoramiento de los poetas devocionales o religiosos de ese país.