‘Saudade’, de Susana García Nájera. Reseña de Mila Villanueva

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SAUDADE, PREMIO NACIONAL DE NOVELA ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA 2020

En las páginas de Saudade vemos como las mujeres del mar trabajan codo con codo y se funden en un hermanamiento, todo un ejercicio de sororidad y que, al igual que las redeiras, que cosen y zurcen, remiendan y tejen las redes, así lo hará García Nájera con las palabras al escribir Saudade.

Lo primero que encontramos al abrir las páginas de esta novela es la definición de la palabra Saudade, ese término tan complicado de explicar, entre la nostalgia y la morriña, un vocablo de origen portugués y definido por el escritor lusitano Manuel de Melo (1660) como «el bien que se padece y el mal que se disfruta», y del que habla Rosalía de Castro en su poema Adios ríos, adios fontes y que encabeza la primera parte de esta obra. Y es que la saudade envuelve a todos y cada uno de los protagonistas de esta historia a su manera, e incluso sin que ellos mismos lo sepan.

Dividida en tres partes bien estructuradas y documentadas, la narración discurre en tres escenarios geográficos en los cuales se intercala el pasado con el presente: Cambados (Rías Baixas gallegas), donde comienza la historia, Madrid («A finales de los sesenta, Madrid era una ciudad inmensa de edificios y gentes que caminaban de un lado para otro siempre con prisas. Vendedores ambulantes, limpiabotas, traperos, carteros y carteristas» y L’Aquila, una ciudad italiana de la región de Abruzos (Italia), donde el seis de abril de dos mil nueve se registró un terremoto en el que fallecieron 309 personas, hubo 1.500 heridos y 50.000 personas perdieron parcial o totalmente su casa.

La novela bucea entre los escombros del terremoto y el mar que les rodea, entre la supervivencia y el dolor de los personajes (incluido el físico, como el de una astilla clavada en la palma de la mano), pero también abunda la realización personal y la esperanza. Historias que a veces serán de amor y otras de todo lo contrario, porque como se decía en Cambados «La felicidad es más rara que un cuervo blanco». El lector atiende intrigado la trama para descubrir qué personaje de Saudade logrará ver a alguno.

Desde un primer momento la autora nos sumerge en una trama que resulta apasionante. Antía nos cautiva con su lucha ante la adversidad y su carácter lleno de sabiduría. Es el personaje con más fuerza sin lugar a duda y su historia se prolongará en su descendencia. Justo es decir que, Susana García Nájera se coloca muy bien en la piel de esta mariscadora gallega, viuda de vivos y de muertos como recita Rosalía de Castro.

En las páginas de Saudade vemos como las mujeres del mar trabajan codo con codo y se funden en un hermanamiento, todo un ejercicio de sororidad y que, al igual que las redeiras, que cosen y zurcen, remiendan y tejen las redes, así lo hará García Nájera con las palabras al escribir Saudade.

La emigración gallega se pone de manifiesto en la voz de uno de los protagonistas, Xaime, un hombre que suscita sentimientos encontrados al lector, un personaje a priori plano, pero que al final, nos cala hasta los huesos. Cabe recordar que tres cuartos de millón de gallegos abandonaron nuestro país entre 1900 y 1936. Entre 1946 y 1962 un millón rumbo a América y entre 1963 y 1974, 400.000 personas, en su mayoría gallegos, buscaron un futuro mejor en Europa. Entre 1975 y 2008, los países europeos, con Suiza y Alemania a la cabeza, se consolidaron como principal meta para los emigrantes gallegos.

Hechos sobrenaturales cargados de simbolismo discurren también a lo largo de la trama, a saber, respuestas en forma de viento manchado de tinta, sueños premonitorios, leyendas, meigas y maldiciones. Es un punto de magia que Nájera introduce acertadamente ante el dolor y la felicidad, elevando así la historia más allá del plano terrenal.

El salto generacional está perfectamente marcado en estas páginas. Desde el presente, se intenta recomponer y conservar la memoria histórica a través de códices antiguos, fotos amarillentas y retazos de recuerdos que se van hilvanando hasta llegar al final bien rematado.

La muerte no deja de rondar la novela a través de los diferentes peligros (el mar, un terremoto, etc.), provocando en el lector un sentido de alerta constante, no en vano se rescata el refrán gallego «Ven a morte e non se sabe de que sorte». En contraposición, la autora incorpora personajes y escenas que muestran la bondad y la solidaridad humana y que van de la mano de una búsqueda de la propia identidad y que afecta, no solo a las generaciones más jóvenes, sino a todos los integrantes que componen, de forma directa o indirecta, la familia Ulloa. No es de extrañar que Susana García Nájera, a través de su novela, nos incite a pensar que la vida no es otra cosa que una búsqueda sempiterna.

Por último, es fundamental el factor intriga que la escritora introduce desde el primer capítulo, recurso narrativo que maneja de una forma magistral. Por este y otros, Susana García Nájera acaba de ganar el Premio de Novela Corta Felipe Trigo por su obra El efecto Foehn, un absorbente thriller de estructura circular.

Disfrutemos pues, sin más preámbulos, de esta hermosa historia.

Mila Villanueva, marzo de 2022