Prólogo: ¿qué es exactamente?¿Cuáles son sus tipologías?¿Para qué sirve? ¿Cómo escribir un prólogo?
Definición de prólogo. En primer lugar, hay que decir que es importante saber qué es un prólogo y cuáles son sus tipologías más importantes. Vamos allá. Según la RAE, el prólogo tiene cuatro acepciones, te dejo la primera, el resto las tienes en este enlace: “En un libro de cualquier clase, escrito antepuesto al cuerpo de la obra”. Lo encontramos al inicio de un libro.
Tipos de prólogo
Teniendo esto en cuenta, hay dos tipos de prólogo (sin entrar en los géneros y subgéneros de cada uno): el que se escribe para un ensayo y el que se escribe para una narración.
Los prólogos que se escriben para un ensayo suelen ir destinados a explicar la obra y dejar constancia del prestigio del autor. Una especie de presentación de lo que se va a exponer. Dan más credibilidad y se aprovechan para introducir al lector en la figura del autor y la obra.
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En el caso de un prólogo para una obra narrativa, las variables son infinitas. Aunque la definición de prólogo está bien acotada semánticamente, la narrativa, por definición, vive del invento. La libertad es una de sus máximas y cada uno se aplica sus propias medicinas dependiendo de lo que piense que necesita.
Así, en muchos casos, el prólogo resulta una especie de salvación. Esto ocurre cuando la estructura de la novela tiene algún vacío narrativo que no se ha podido resolver mientras se contaba la historia que se quería contar. En este caso, el problema es que los lectores avezados olerán rápido la impostura. Como bien dice su definición, el prólogo es algo ajeno a la narración. Un valor añadido. Y, en este caso, más que el valor añadido lo que se ofrece es la clave para entender la historia. El prologo no debe hablar de la historia en si misma.
De hecho, muchos lo utilizan para situar en el espacio o en el tiempo a los personajes o poner en antecedentes la historia que se quiere contar. Pero en estas circunstancias, mi humilde opinión es que se intente evitar. La narración debe estar lo suficientemente bien armada para que se puedan dar todos estos detalles y el lector esté situado en todo momento. Sin embargo, otras veces, el prólogo sirve como juego con el lector, es un prólogo de mentira. No está fuera del texto sino que el prólogo forma parte de él y el autor lo ha utilizado como un capítulo más.
La dificultad para desentrañar ante qué dos opciones nos encontramos cuando vemos un prólogo es tal, basada en ese principio libertario del que hablo antes, que lo dejamos al buen entendimiento de cada cual. Que cada uno piense lo que ha sucedido para que exista ese prólogo pegado a esa obra. La destreza del escritor, tu destreza, será la que dirima hacia qué extremo se inclina la balanza.
Como ves la pregunta ¿cómo escribir un prólogo? o ¿definición de prólogo? en narrativa tiene muchas y variadas respuestas. Siempre hay más de las que se pueden contar. También ocurre con las diferentes variaciones de la definición y con otros conceptos con los que no conviene confundir un prólogo, como es el caso del galeato.
Introducción o galeato
El galeato es una introducción en la que se hace una defensa de la obra en toda regla, una justificación de que ese libro exista. Por supuesto, nada aconsejable en una novela. Si antes de comenzar un libro el autor se ve necesitado de hacer un galeato de su obra, justificarla hasta ese punto, no sé cómo se va a librar de que el lector lo juzgue negativamente de inmediato, aunque haberlos…
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El autor del prólogo
Otro punto a tener en cuenta y que es importante en un prólogo es quién lo escribe. Aquí surge la pregunta: ¿qué es más importante el prólogo en sí o la persona que lo escribe en este caso? Se suelen cumplir tres variables:
♦ La primera, que el autor conozca a una personalidad de la materia sobre la que está escribiendo y consiga que le prologue el libro, lo que, se supone, le dará prestigio. Aunque no siempre es así, porque el prestigio es algo muy volátil.
♦ La segunda opción es que el autor conozca a una persona con relevancia y coloque un prólogo expresamente y, a veces, con calzador, sólo para que todo el mundo sepa que ese señor o señora se ha leído su libro y le ha gustado.
♦ Y así, llegamos a la tercera variable, el prólogo lo escribe un famoso autor o un famoso, a secas, y cobra por ello. Al igual que en la opción anterior, el autor tendrá que decidir hasta qué punto le merece la pena.
La extensión: ¿Cuanto ha de tener el prólogo?. Hay libros en los que el prologuista se quiere lucir tanto que hace algo demasiado extenso. En mi opinión con un par de páginas debería bastar.
Por último, es importante destacar que hay muchos lectores que se saltan el prólogo, sistemáticamente. Un apunte a tener en cuenta.
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