Víctor del Árbol nos desvela uno de sus secretos más preciados en esta entrevista sobre La víspera de casi todo, Premio Nadal 2016
Víctor del Árbol recibió el Premio Nadal de este año y sintió, aunque sea un poquito, que tanto trabajo por fin era recompensado en su país. Hasta ese momento, ha pensado más de una vez en marcharse a Francia, un país que siempre lo ha recibido con los brazos abiertos y, sobre todo, con hordas de lectores. El reconocimiento le sirve, según sus palabras, para que más lectores se acerquen a su obra y sobre todo para que lean su última novela, La víspera de casi todo (Destino).
En este entrevista nos andamos con pies de plomo porque la trama de la novela es tan… tan… que es difícil hablar de ella sin desvelar parte de sus secretos. Así que tal y como Víctor del Árbol quiere lo mejor es que el lector la reciba con expectación y descubra por sí mismo cómo encajan todas las piezas. Eso sí, tengo que decir que esta novela es un ejercicio de creación literaria de altura. No digo más, mejor que sea él el que responda a mis preguntas y no olvidéis que también nos cuenta un secreto velado hasta este momento sobre su forma de escribir.
¿Qué se va a encontrar el lector cuando abra La víspera de casi todo?
Se va a encontrar el mundo propio de Víctor del Árbol. Historias de personajes que, de alguna manera, le van buscando sentido a la vida cuando la vida ya no tiene mucho sentido. Se va a encontrar con personas que han perdido en algún momento esa conexión con la vida y que llegan a un pequeño pueblo de Costa da Morte en una misma noche y en esa noche ocurre algo que les obliga a engancharse a la vida, les obliga a reaccionar, se dan cuenta de que están dejándose llevar por el dolor y que de alguna manera están muertas sin saberlo, es decir, están vivas sólo porque respiran.
¿Cómo surge la idea de escribir esta historia?
De una manera muy sencilla, siempre he pensado que en la vida no se entienden los claros sin los oscuros, ni los oscuros sin los claros. Creo que es una novela que es una lucha entre lo que fuimos y, por otro lado, lo que queremos ser; y creo que esta dicotomía es muy propia de los seres humanos; creo que somos capaces de sufrir, de aguantar, que tenemos una gran capacidad para la resiliencia, que podemos asumir las tragedias más increíbles y, sin embargo, a veces, las cosas más pequeñas, las traiciones más pequeñas, nos pueden llegar a destruir. Entonces, el pasado es lo que explica lo que somos porque de alguna manera nos lastra, nos implide cumplir nuestros anhelos pero no podemos estar siempre huyendo, no podemos estar siempre escondiéndonos de lo que fuimos, en algun momento, tenemos que aceptar que no somos perfectos, que cometemos errores, que cometemos traiciones y que en algunos momentos podemos llegar a ser crueles
¿Cómo ha sido tu proceso creativo, cómo has encajado todas las piezas de esta novela?
Porque antes de ponerme a escribir paso muchísimo tiempo con los personajes; para mi la escritura, el hecho físico de la escritura es solo la culminación del proceso creativo. Lo importante para mí es toda la fase de reflexión sobre lo que quieres escribir, por qué quieres escribirlo y cómo quieres contarlo. A mí no sólo me interesa lo que le pasa a Germinal Ibarra o lo que le pasa a Eva Mahler; me interesa quienes son ellos y cómo afrontan las cosa que les pasan. Yo te diría que el punto de partida de esta novela es que la muerte de Amanda se vive de manera totalmente diferente por cada uno de los personajes. Ibarra lo vive de una manera traumática porque le recuerda a su infancia y Eva Mahler lo vive de una forma distinta, lo vive como la perdida de la ilusión de vivir. Yo pienso que la vida es así también que cada uno de nosotros la vive de una manera distinta. Por eso me gustan las novelas corales, porque intento hacer una panoplia de todas las posibles realidades; y todas parten de la cercanía de la muerte. Todos los personajes tienen en común la pérdida de un ser querido, la proximidad de la muerte y eso los condiciona, a cada uno, de una manera distinta. A mí lo que me importa no es el dolor que sufren los personajes sino cómo lo vencen, esa es la clave. No es tanto el dolor, el dolor es el punto de partida, sino cómo se sobrevive al dolor y en qué se convierte. Hay personas que el dolor les hunde y se convierten en amargados y hay personas que tienen la capacidad de reinventarse, de afrontar ese dolor de cara y que tienen el coraje de enfrentarse al dolor y convertirlo en otra cosa.
¿Cuál de todos personajes es el que más quebraderos de cabeza te ha dado?
Daniel y Martina, sin lugar a dudas, he tenido que hacer un ejercicio de empatía con la adolescencia porque de alguna manera buscaba en mi propia experiencia, me ha obligado a hacer introspección y me han obligado a ahondar en un tema que me interesa mucho y que al mismo tiempo me da mucho miedo.
¿A cuál de todos le tienes más cariño?
El personaje que más cariño le tengo y con el que más he llorado es Mauricio porque creo que es el personaje más inocente, el que más sufre y, de alguna manera, el que menos culpa tiene y me ha removido muchas cosas este personaje; me hubiera gustado que su final fuera otro.
¿Qué ha supuesto para ti el Premio Nadal?¿sientes que por fin se te reconoce en nuestro país?
Un poquito sí pero bien está lo que bien acaba y aquí lo que importa es perseverar porque hoy es el Nadal pero esto no puede pararse; cada historia es diferente, en cada novela comienzas de cero. Aunque, sí que es verdad que yo siento que de alguna manera tenía esa espinita clavada aquí, en casa, y poquito a poco me la voy quitando, poquito a poco se le da la oportunidad de que más lectores sepan que existo y me alegro por la gente que me sigue desde el principio porque tengo la suerte de que siempre he sentido mucho el cariño de la gente, de los lectores, pero tengo que confesar que en estos años, a veces, he pensado tirar la toalla, he pensado: «mira me voy a vivir a Francia y me convierto en un escritor francés», no pasa nada, porque al final lo que uno quiere es escribir y uno quiere a quien le quiere, esto es así; pero por suerte la gente me quiere y he podido superar esos momentos y aquí estamos perseverando y viviendo el privilegio de ser escritor que eso es lo más grande. Poder vivir de lo que te apasiona y lo que te gusta es una cosa extraordinaria y como nunca sabes cuánto va a durar, hasta cuando vas a tener el favor de los lectores pues lo importante es disfrutarlo. Vivir en ese margen que tiene la vida, las cosas cuando las persigues de verdad, si las persigues de verdad, acaban pasando, cuando tú entregas tu vida a una pasión y quemas detrás tuyo los puentes, ya no hay posible marcha atrás, ya no te queda más remedio que ir hacia delante y yo estoy aquí con más canas pero más feliz.
¿Crees que esta es tu mejor novela?
No, creo es una novela diferente a todas las otras. Creo que no hay una novela mejor que otra, creo que cada novela explora una realidad distinta y se hace de una manera distinta. Si me preguntas que si es la novela que más feliz me hace, te diría que sí porque es la novela que a más lectores está llegando y porque sé que es la puerta para gente que hasta el momento no me había leído se atreva a buscar Un millón de gotas, a acercarse a Respirar por la herida, la puerta para que muchos lectores lean el resto de mis obras, Para mí La víspera de casi todo también es la víspera de casi todo. Eso sí, yo le sigo teniendo un cariño muy especial a Un millón de gotas.
¿Cuéntanos algún secreto para crear?
Es que entonces dejará de ser secreto…
¿Bueno, algo pequeñito?
Hay un cosa que me gusta hacer antes de ponerme a escribir, antes de empezar una historia nueva me gusta irme a Monserrat y estar solo durante al menos semana. Solo quiere decir solo, para pensar en la historia. Escribo los nombres de los personajes aunque no sé todavía cómo van a ser, escribo sus nombres en unos pos-it y los cuelgo en las paredes y los voy repitiendo como una especie de mantra para que se me vayan metiendo dentro.
¿En serio?
En serio, lo de Montserrat sí lo había contado antes, pero lo de los pos-it es la primera vez que lo estoy contando. Es una técnica que me sirve para interiorizarlos. Para que en cuando yo diga el nombre vea su personalidad como si fuera alguien que realmente conozco. Esto suelo hacerlo. Me paso una semana solo pensando, voy dando paseos, me los imagino andando conmigo, me pregunto a mí mismo, imagino que voz tienen, cómo huelen… luego cuando salgo de esta semanita es cuando me siento en la mesa y empiezo a escribir
¿Tal vez esa sea tu clave para que los personajes estén vivos?
Es que un personaje debe ser verosímil pero además debe ser veraz. Cuándo digo veraz quiero decir que tiene que ser real. Y todo esos detalles no necesitas que luego salgan en la novela, no tienes que decir cómo huele pero tiene que saberlo tu cerebro para plasmarlo después en la novela sin necesidad de decirlo.
¿Qué te gustaría que pensara el lector?
Pues lo que me gustaría que pensara que es una novela de Víctor del Árbol y que como todas las novelas que yo escribo lo que busca es sacudir las certezas que tenemos por dentro, entonces lo que me gustaría es que tuviera esa sensación de decir: «no soy el mismo al acabar de leer este libro, soy otra persona distinta o me he planteado cosas distintas» y entonces, automáticamente, que se vayan a la librería a buscar más libros míos. Eso sería lo ideal y, sobre todo, me gustaría que la gente la recomiende pero que no la cuente, que eso es difícil, porque creo que es una cosa muy privada del lector.
Es que no es sencillo hablar de la novela sin revelar demasiado…
Ya, pero es que las cosas que nos importan de verdad, muchas veces, no tienen explicación a través de las palabras, las tenemos que sentir; muchas veces, no encontramos la manera de explicarlas. así que me gustaría que dijera que esta historia la siente suya; que piense: «la voy a recomendar a otros pero no la voy a contar porque no se puede contar.»