Alfonso Domingo y La balada de Billy el Niño. Entrevista

Alfonso Domingo ok
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Alfonso Domingo: «Billy fue un rebelde en un mundo injusto»

Alfonso Domingo okAlfonso Domingo, es un maestro de las buenas estructuras y lo lleva demostrando a lo largo de toda su trayectoria pero desde luego para confeccionar su última novela sin esta habilidad hubiese sido imposible conseguir que tantos elementos encajaran. Hablamos de La balada de Billy el Niño (Algaida). Una novela que nos muestra la vida de este personaje de película, nunca mejor dicho, desde la visión de los hispanos; con lo que la historia cambia sustancialmente. El autor ha desempolvado todos los documentos que se tenían de él de origen hispano para retomar esta figura y despojarla de los tópicos a los que nos tenían acostumbrados el cine y la literatura, sobre todo norteamericana.

El resultado es una obra redonda, fruto de un excelente trabajo de documentación (otra constante en sus obras). A ello se unen multitud de elementos que ocupan el lugar exacto y cabal para hacer de esta novela un ser vivo que suena, se siente, se pisa y se huele. En parte, debido a que está escrita con muchas voces. Además, de la del narrador omniscente, nos encontramos con la de muchos personajes de la historia en primera persona. Este caleidoscopio de voces va dibujando la personalidad del protagonista y añade a la narración datos desde diferentes prismas que, poco a poco, consiguen que el lector pueda vivir la historia desde su propia perspectiva.

Al hablar de esta obra, tampoco se puede olvidar la música, puesto que acompaña la lectura constantemente aportando un ambiente fronterizo que supone un valor añadido al texto.

En definitiva, en esta ocasión Alfonso Domingo vuelve a demostrar sus dotes de relojero suizo al componer las muchas y diferentes piezas que componen este libro. Haciendo con ello que el lector se introduzca en esta historia del Oeste; de tal forma que pueda sentir el polvo, la sed, el miedo, la alegría de los abrazos, la lealtad, el honor, el odio y la furia.

No os perdáis La balada de Billy el Niño ni esta entrevista, ya que la palabra de Alfonso Domingo siempre es sabia. Doy fe.

Cuéntale a los lectores de Olelibros.com ¿qué se van a encontrar en esta novela?

Bueno, es una novela del Oeste y en el Oeste. Una novela con una buena base documental, sobre un mito del oeste norteamericano, que en gran medida era hispano: Billy the kid o por decirlo mejor, Billy el Niño. Se centra en los últimos meses de su huida, desde Lincoln, donde le esperaba la horca, hasta su muerte en Fort Sumner en julio de 1881 a manos de Pat Garrett, que había sido su amigo. Pero aparte del escenario y que sea una figura histórica más o menos conocida -más o menos tópica también- es una historia sobre algunos aspectos de la condición humana: la amistad, la ambición, el amor, la muerte. Y en cuanto al aspecto técnico, los lectores se van a encontrar con un narrador central matizado por una gran cantidad de voces, la de los amigos de Billy, que en su gran mayoría, eran hispanos.

¿Cuándo y por qué se cruzó Billy el Niño en tu trayectoria?

Tenía en mi imaginario ese territorio, quizá desde la infancia y la adolescencia, con las películas y novelas del oeste. Fui a Nuevo México a vivir una serie de meses, en realidad iba a escribir otra novela, hace ya diez años. Luego he vuelto varias veces. En los archivos que iba consultando, en las conversaciones con las familias hispanas del territorio me di cuenta de que a pesar de lo que se había escrito sobre Billy, éste era todavía un gran desconocido, y apenas se había contado el entorno hispano, fundamental para explicarle, lo que hizo, qué representó y cómo acabó. Billy fue un rebelde en un mundo injusto. A pesar de su corta edad era un hombre muy maduro, que cometió el error de convertirse en un justiciero, pero que también era un joven típico de la época, al que le gustaban las diversiones, la música, las carreras y el amor.

¿Cómo te planteaste la historia, por dónde comenzaste a escribirla y si esta estructura surgió antes o a medida que ibas escribiendo?

Afortunadamente, la novela ha ido madurando a lo largo de los años, mientras desarrollaba otros proyectos en el documental y la novela. Cada cierto tiempo volvía a ella, y poco a poco iba decantándose. Las voces de los amigos e incluso antagonistas de Billy, en primera persona, fueron naciendo y desarrollándose quizá para contrarrestar a ese narrador que cuenta la historia con un gran nivel de detalle, que da los mimbres y las claves generales. Reconozco que con algunas voces me lo pasé muy bien, nacieron enseguida, otras tardaron más. La estructura, trama y personajes estuvieron listos hace más de un año. Puedo decir que la he reescrito en su mayoría tras esos años y tras haber aprendido del trabajo de otras novelas. En El enigma de Tina y El Espejo negro hay también algunos monólogos de los personajes, pero aquí los he multiplicado y he vivido y padecido con ellos. Ha sido algo muy gratificante.

¿Cuándo te planteas que esta novela iba a tener música?

Casi desde el primer momento, cuando descubrí las canciones que le gustaban a Billy, y que a él, como a muchos de los habitantes del oeste, les fascinaba la música, casi todos tocaban un instrumento. Era una liberación en los bailes, en los ritos de vida y muerte, pero también era algo que acompañaba en las grandes cabalgadas, en los campamentos, por la noche… A todas horas había alguien tatareando alguna canción, y en las músicas había mucha información, muchos datos, sobre la sensibilidad de esas personas que vivían y morían allí, bajo ese violín que parece llorar, esa guitarra… Y tuve dos maestros excepcionales en esa música hispana de Nuevo México, mis buenos amigos Tom Lozano y Rima Montoya, grandes músicos y personas. No solo me enseñaron la música y las costumbres del territorio -donde por cierto, me parecía asistir a la España del siglo XVIII-, sino que voy a contar un secreto: consiguieron que les acompañara con percusión a un escenario en Alburquerque, donde cantamos villancicos y pastorelas de la época. Tom Lozano, además, ha sido uno de los autores de la banda sonora que hemos compuesto para la ocasión y que se puede escuchar en youtube: «la balada de Billy el Niño». La música era un territorio neutral donde anglos, hispanos e indios convivían bien, lo que no siempre sucedía en otros aspectos de la vida.

¿El objetivo era hacer justicia poética con este personaje?

Bueno, tal vez, incluso el propio Billy lo dice en la novela: alguien, algún día, contará la verdad. La historia de Billy se había contado de forma parcial, y sobre todo desde el punto de vista de los anglos. No lo idealizo, no era un héroe liberador de los hispanos, pero no fue un asesino despiadado como se ha dicho. De las cuatro muertes que se le pueden achacar sin ningún tipo de dudas (en las otras hay más gente disparando y no se puede decir que fue solo Billy), dos fueron en duelos y tiroteos y los dos guardianes que le custodiaban en la cárcel. Muchos de los que le persiguieron del lado de la ley habían matado a muchas más personas y a sangre fría. Billy tuvo siempre un motivo para matar, si es que hay un motivo para eso. Así pues, no justicia poética, pero sí intentar dar una imagen más real del personaje. Fue un chivo expiatorio, entre otras cosas porque era fiel al código, al código del oeste, un código de caballería que implicaba, entre otras cosas, socorrer al necesitado, no traicionar a los amigos, ser valiente. Billy lo fue siempre, dio oportunidad a sus enemigos para la rendición y retirada y siempre fue de frente. También quise analizar las razones para cazarle del que fuera su amigo, Pat Garrett, y cómo su destino se entrelaza con Billy. Pat, a su manera, fue otra víctima y el acabar con Billy le marcó el resto de su vida.

 

Según tu opinión ¿qué característica de la personalidad de Billy han hecho que pase a la historia?

Su extraordinaria madurez, su simpatía, su desprecio de la muerte. Había crecido deprisa, era huérfano en un mundo de hombres en los que madurabas rápido o ibas a la colina de las botas (el cementerio) Y sin embargo era un hombre con una educación exquisita, que hablaba el español del territorio, con sangre fría, humor y que cuidaba de sus amigos. Tenía todos los valores del territorio, y también la violencia, que estaba en el ambiente. En eso, como no era corpulento, destacó por su uso de las armas.
¿Por qué crees que a pesar de todo lo que se ha filmado y escrito sobre este personaje, nunca se ha dado el protagonismo que requería a toda la documentación que tú has sacado a la luz con esta novela?

Por varias razones. Para explicar a Billy, definitivamente, hay que hablar del ambiente hispano, y eso los anglos lo han tocado muy poco o no lo han tocado. Aunque hay que reconocer que Sam Peckinpah en su admirable «Pat Garrett & Billy the Kid» se acerca bastante a lo que fue Billy. Y siempre, los clichés se han hecho porque funcionan en la narrativa de género. Mi novela va más allá.

Cuéntanos un secreto, ¿qué parte de la novela es la que más se te ha resistido?

Quizá el principio, lo he escrito al menos cuatro veces. En esos primeros capítulos tenía que contar muchas cosas para que se entendiera la narración y la interpretación del personaje. Tuve que expurgar muchos nombres, muchas historias, porque había que explicar los dos bandos de la guerra de Lincoln, el papel del ejército y los masones, la reserva india apache, la antigua reserva navajo, además de los clanes hispanos. Y sin embargo, aún quedan muchos nombres.

En la novela yo veo muchos homenajes o influencias, ¿cuál es la que más conscientemente has seguido para escribirla?

Evidentemente a Ramon J. Sender de una manera explícita, incorporo un corrido sobre Billy de su maravillosa novela «el bandido adolescente», que sin embargo tiene una serie de errores debido a que siguió el libro de Pat Garrett en algunas cosas, libro que fue escrito por otra persona en sus tres cuartas partes. Y luego también a Juan Rulfo, con su inolvidable Pedro Páramo, con esas voces entre tumbas. Fuera de eso me encanta Faulkner y supongo que su manera de recrear los ambientes me ha influido, pero de lejos.

Y la última, ¿qué te gustaría que pensase el lector después de leerla?

Más que pensar, me gustaría que hubiera sentido, disfrutado. Que sienta que ha leído una historia que desconocía en buena medida, que le haya hecho vibrar de algún modo, que le haya trasmitido emociones de otro tiempo y otra época pero que son universales (y muy cercanas a lo hispano). Y que, je, je, pueden continuar por cualquiera de mis otras novelas y libros…

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