Alicia Muñoz Alabau y sus «94 lunares»

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Alicia Muñoz Alabau: «94 lunares es un intento de sacar a la luz un poco más de lo que soy y no veía».

Según Elga Reátegui, autora del prólogo del poemario: «el número 94 se le asocia con el individuo que procura el bienestar de los otros y su felicidad. Quizá esa sea la razón por la que Alicia escogió esta cifra para combinarla con los lunares». 

Alicia Muñoz Alabau

El poemario de Alicia Muñoz Alabau, 94 lunares, es una metáfora de la reflexión profunda que la autora realiza para conocerse un poco más a sí misma, para intentar alcanzar aquello que se siente en lo más profundo, aquello que por mucho que exploremos en nuestro interior, desconocemos.

Porque ¿quién puede contar absolutamente todos sus lunares? ¿Acaso no hay porciones, terrenos de nosotros mismos que no alcanzamos a reconocer? Es posible que sean señales, cicatrices, marcas, manchas que ignoramos que nos pertenecen y que otros, sin embargo, sí pueden ver cuando nos contemplan… como en nuestra espalda desnuda, inaccesible en su totalidad si queremos conocerla de manera pormenorizada sin la ayuda de otra persona o de un juego de espejos. Reconozcámoslo, hay tanto de nuestra piel que se nos escapa, hay tanto que no vemos, o que no queremos ver, hay tanto que sacar a la luz, todavía…

Alicia Muñoz Alabau está licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación. Imparte clases de Lengua y literatura castellana y de Filosofía en Secundaria y Bachillerato. Ponerse alas fue el título de su primera novela, que se publicó en abril de 2012. En 2016 publicó De dolientes y duelos Dos mitades y un cuarto fue un poemario que escribió junto a Alberto Soler y que vio la luz en noviembre de 2017 con muy buena acogida.

Participa habitualmente en antologías de relatos junto a otros escritores (Generación Bibliocafé y Valencia Escribe); ha sido coautora con Ed. Vinatea en 30 Mujeres fascinantes en la historia de Valencia Mujeres en construcción: perdonen las molestias; y escribe artículos de filosofía para el blog Proyecto Metamorfosis: la palabra puede cambiar el mundo.

 

    • ¿Qué es 94 lunares para Alicia Muñoz?

94 lunares es el resultado de reconocer que, a veces ni yo misma me conozco, ni yo misma me entiendo. Que a veces (y sobre todo desde que empecé a publicar) la gente ha visto en mí o me ha comentado cosas que me sorprenden, rasgos míos que no sabía que tenía. Y claro es que…«¿quién puede contar absolutamente todos sus lunares? ¿Acaso no hay porciones, terrenos de nosotros mismos que no alcanzamos a reconocer? Es posible que sean señales, cicatrices, marcas, manchas que ignoramos que nos pertenecen y que otros, sin embargo, sí pueden ver cuando nos contemplan… como en nuestra espalda desnuda, inaccesible en su totalidad si queremos conocerla de manera pormenorizada sin la ayuda de otra persona o de un juego de espejos. Reconozcámoslo, hay tanto de nuestra piel que se nos escapa, hay tanto que no vemos, o que no queremos ver, hay tanto que sacar a la luz, todavía…» Entonces ha sido como eso, como un intento de sacar a la luz un poco más de lo que soy y no veía. El objetivo era obtener información de mí misma; no eres consciente de determinados aspectos tuyos hasta que alguien te llama la atención sobre ellos-

    • ¿Por qué te decantas por la poesía frente a la narrativa?

Esa introspección solo la puedo hacer a través de la poesía. La poesía no la puedo forzar, sale sola. Es un momento de enajenación mental que posee su propia dinámica. Con la narrativa es otra cosa, la puedo escribir con disciplina, como juego o por encargo. Pero cuando te entra la inquietud de tener que escribir un poema, es un auténtico regalo y luego ves ahí plasmado algo totalmente sorprendente, que no sabías que existía dentro de ti. Me siento muy afortunada de poder vivir esa magia de la inspiración. Y bueno, son lunares, pecas, manchitas… que, claro, se han ido incrementando a lo largo del tiempo. Porque cuando uno nace, cuando es pequeño, niño, bebé, normalmente la piel no tiene manchas, está inmaculada, te vas “manchando” con los años. Los propios médicos lo dicen, que la piel “tiene memoria” y va almacenando los años de sol (y las experiencias, diría yo). Al releer los poemas pensé que me había convertido en una mujer muy marcada y no porque me hayan pasado más cosas que al resto de la gente, sino por la forma en la que me han afectado esas situaciones, cómo las he afrontado y vivido, cómo a pesar de ser muy sensible, las he ido superando. Pasan, pero quedan. Y pensé que eso es lo que iban a significar los lunares, mis lunares, esos que tanto sorprenden cada vez que quedan al aire y la gente los contempla.

    • En este poemario, hay instrospección, inspiración y números…

Sí, está la simbología del número. Bueno es que esto de la inspiración es de lo más extraño y las personas que escribimos pues tenemos esos flashes mentales de vez en cuando. En alguna conversación surgió «¿cuántos serán?»…,  pues seguro que ochenta y tantos o noventa y tantos … Y después, un día te despiertas con el número 94 en la cabeza, sin saber por qué. Y llega Elga Reátegui y te deja una anotación en el prólogo que hace que te lo preguntes:

«El 94, sostienen los expertos, es un número maestro, el equilibrio entre la búsqueda idealista y el comportamiento pragmático. Dura contienda interna. También se le asocia con el individuo que procura el bienestar de los otros y su felicidad. Quizá esa sea la razón por la que Alicia escogió esta cifra para combinarla con los lunares».

Y buscando un poco más… Las personas a las que representa el número 94 están enfocadas en el bienestar de la humanidad, quieren que los demás estén bien y son a la vez pragmáticos e idealistas. Tienen la capacidad de concentrarse intensamente en los detalles durante períodos prolongados para lograr los pasos necesarios que les lleven a alcanzar objetivos específicos (¿Como publicar un libro?) El número 94 es concienzudo y confiable.

Son personas talentosas, creativas e imaginativas, pero no carecen de habilidades de organización, sentido del deber y enfoque. Se entregan tanto que se agotan con el trabajo, pero les resulta muy difícil dejar de hacer algo, incluso si les estresa demasiado o les causa daño. Les asustan los cambios y sienten miedo de lo que puede pasar si dejan de hacerlo. El número 9 representa el amor universal, la serenidad, la espiritualidad y la libertad, el 4 es el símbolo de la buena organización, la determinación, la confianza y la resistencia. Juntos hacen poderosos a los 94.

De nuevo la magia, lo increíble, porque resulta que el número me define a la perfección, se me ajusta como un guante. Y ahí está, ahí queda como título que engloba a una serie de poemas que están ordenados más o menos cronológicamente y que responden a momentos de intimidad en los que la poesía se ha convertido, como tantas otras veces, en grito, canal y desahogo.