Angélica Senes es la protagonista de esta novela con el permiso de las abejas y la miel. Porque Angélica viaja por el mundo en su vieja autocaravana acudiendo a la llamada de apicultores que necesitan ayuda con sus panales, pues su capacidad para entender a las abejas es legendaria. No lo hace sola, la acompañan Pepita, una gata atigrada, y Lorenzo, un mastín color chocolate. Sus primeros años lejos de casa los vivió en España, en la explotación apícola de Miguel López quien le fabricó una herramienta de metal con la que abrir los panales con cuidado. De pequeña ‘cantaba’ a las abejas, por lo que Margherita, su Jaja, una mujer mayor pariente de su padre que, durante la ausencia de su madre, la cuidó cuando era niña en la idílica isla de Abbadulche, en Cerdeña, la llamó: La guardiana de las abejas.
Angelica emprenderá un viaje muy personal en el que se reencontrará consigo misma cuando sabe de la muerte de Margherita y que esta le ha dejado en herencia su casa y sus terrenos de Abbadulche, al encontrar un nuevo propósito, defender su propiedad ante el acoso de una importante constructora que quiere hacerse con los terrenos.
Al final del libro encontramos un ‘cuaderno de la miel’ que incluye más de treinta tipos de miel y recetas con miel.
Cristina Caboni vive con su marido y sus hijos en la provincia de Cagliari, en Cerdeña, donde se ocupa de la propiedad familiar dedicada a la apicultura y a cultivar rosas. Desde el éxito internacional de La estela de los perfumes, dedica más tiempo a la escritura. El lenguaje de las abejas, su segunda novela, está impregnada de su experiencia personal y de su gran pasión por la naturaleza.
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