Sesenta Kilos de Ramón Palomar o una buena manera de escribir un libro de acción


Bajos fondos, droga, prostitución y acción trepidante

Ramón Palomar, un clásico de las ondas valencianas que ha sido capaz durante años de mantener una columna diaria en prensa ahora nos descubre su último reto, escribir una novela. Así nace este libro, Sesenta Kilos (Editorial Grijalbo), canalla y bandolero, que nos desvela los secretos del lumpen valenciano e internacional mientras nos mantiene sin respirar a lo largo y ancho de sus trescientas páginas, que se dice pronto.

Palomar nos cuenta para Olé Libros cómo ha construido esta novela de difícil arquitectura, las técnicas utilizadas, que en su caso, no han sido otras que unas buenas fuentes de información, de primera mano; y su objetivo a la hora de enfrentarse a la escritura de este libro.

Sesenta Kilos hará las maravillas de todos aquellos enamorados del género negro.

 

Aquí os dejo con lo que explica el autor:

¿Qué le dirías a todos aquellos que comienzan a escribir?

Que le pongan muchísima ilusión pero que no piensen en los lectores sino en ellos, que intenten hacer el producto que a ellos les gustaría leer si fuesen lectores, que no piensen en el mercado, ni en lo que se lleva, ni en las modas  que piensen en lo que quieren hacer de verdad, que mezclen la reflexión y las entrañas, o sea, la reflexión y la intuición.

¿Cuál es el personaje que más te gusta?

Ventura Borras, el sargento de la Legión, siempre me ha caído muy bien, porque es un tipo muy contradictorio, por un lado, se supone que odia a los árabes pero  luego reconoce que hay árabes buenos y malos; parece muy machista pero luego es todo un caballero, también  permanece anclado en el pasado, al Frigorías le pasa lo mismo, y me gusta. Le tengo mucho cariño también porque ejerce de tutor de un personaje que acusa su falta de padre, parece un tipo duro pero rascas un poquito y te das cuenta de que es un sentimental.

¿Y es el más listo?

Bueno, por está donde está; en este negocio hay que tener cabeza

Técnicas narrativas

¿Has utilizado alguna técnica narrativa en el proceso de creación?

No, me había hecho un esquema, una estructura, pero luego me la saltaba un poco, porque luego cuando escribes los planes a veces se van por los aires, porque ves que a algún capítulo le queda algo más que añadir o a otro le sobra, pero no he utilizado ninguna técnica especial, nunca he ido a talleres literarios y me he forjado en veinte años de  columnismo diario y en prensa.

Cómo ha sido el proceso de documentación, imagino que introducirse en según qué ambientes no debe ser nada fácil…

No he tenido ninguna  dificultad porque yo empecé a conocer la fauna un poco al margen de la normalidad cuando entre segundo y quinto de facultad trabajaba en un pub que estaba muy de moda, allí acudía gente de todo tipo: periodistas, políticos, músicos, cantantes y tam

bién gente que vivía al margen de la ley, era una mezcla muy divertida, nunca perdí esos contactos y esa gente me presentó a otra y pude meterme en determinados ambientes, ganarme la confianza y tener una relación muy amable y cariñosa con ellos; poco a poco vas derribando barreras, te empiezan a contar historias y llega un momento en el que lo que sería un crimen es no contarlo. Entonces los personajes más o menos los conocía, por eso los he tratado con cariño, en Sesenta Kilos no pretendo juzgar, no pretendo hacer moralina y bueno simplemente me dedico a hacer un retrato de esta gente, pero yo creo que los he tratado con cariño aunque hagan fechorías y maldades.

El reto de escribir un libro

¿Y no ha sido difícil dar el salto, porque cuando estás acostumbrado a escribir todos los días pero siempre no más allá de 1000 o 2000 palabras, puede resultar complicado escribir una novela?

Yo creo que también lo que me frenaba era eso, quizá un miedo y un complejo que tenemos la gente de prensa, pero para mi sorpresa no tuve problemas,  de hecho, hubo un escritor que me dijo: “no si en las primeras páginas nunca hay problemas pero cuando ya las tienes entonces te puedes dar cuenta de que ya no tienes más que contar”; pero a mí no me pasó eso para nada y eso me sorprendió gratamente. También es verdad es que todo lo tenía muy claro y que recibí tal caudal de historias y de movidas que lo único que tenía que hacer es hilarlas con cierta alegría y estando muy pendiente de que no bajase el ritmo en ningún momento, pero tenía tantas historias que tengo para más libros.

Además, los personajes están muy bien construidos y se nota que información tenías mucha…

Muchas gracias, tengo la suerte que he conocido la arcilla sobre la cual tenía luego que modelar, no he tenido que calentarme mucho la cabeza, porque he conocido personajes así, el Nene se ponía así como cuento en la novela.

La realidad

O sea que te has basado en gente real…

Entre comillas sí, no  al 100%, pero buena parte de ellos sí, tú tienes la arcilla y te pones a modelarla, te das cuenta de que si le añades algunas cosas más te van quedadon unos personajes bastante redondos

¿Cuál era tu objetivo último a la hora de escribir?

Entretener, lo tenía clarísimo, entretener al lector agarrarlo desde la página uno o dos por las solapas y que no pudiese abandonar la novela, también quería contar quizá algo  diferente, que no fuese una investigación policial al uso, sino que hacer un retrato del lumpen y de gente que se busca la vida, pero no quería un relato típico policial donde hay asesinatos en el primer capítulo y después una investigando del caso y el lector va haciendo el puzle y completando las piezas, no, quería que fuese más genuina, una novela más negra, es decir, mostrar al lector un ambiente en el cual no tiene por qué haber policía, ni investigación, donde están pasando cosas todo el rato y están yendo todo el tiempo, pero no quería seguir el esquema clásico.

 

 

Sesenta Kilos

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