Por si se va la luz (Lumen), como título de un libro es muy evocador, pero cuando lo abres y comienzas a leer te das cuenta de la importancia que tiene en esta novela que es la primera de Lara Moreno, pero seguro que no la última, porque no nos puede dejar sin la profundidad de más personajes como los que ha gestado en este libro.
La trayectoria literaria de Lara Moreno es más larga, dedicada profesionalmente a la honrosa labor de la edición, además, tiene en su haber varios libros de relatos publicados, como Casi todas las tijeras (Quórum, 2004) y Cuatro veces fuego (Tropo, 2008), y un poemario, llamado: La herida costumbre (Puerta del Mar, 2008).
Por lo que respecta a Por si se va la luz; elegida Nuevo Talento de Literatura FNAC. la evolución de la novela es sorprendente; en ella encontramos muy pocos personajes, todos son protagonistas y tan ricos que hacen que su trama sea un caleidoscopio de profundidades, vamos conociéndolos tal y como los fue conociendo su autora, queriéndolos y entendiendo sus actos, sus vidas. Asombroso el manejo de la autora de varias primeras personas, puesto que en esta novela todos tienen su voz propia; además de la sabia mezcla con la tercera. Tal y como señala Ana Gaviera en su blog, Por si se va la luz nos ofrece un plano cenital de lo que va sucediendo que no tiene desperdicio. Una joya técnica, aunque su autora no pueda explicar cómo lo ha conseguido. Da la impresión de que Lara Moreno sabe hacer tan bien lo que hace que no sabe cómo lo hace.
Además, en este libro al límite, a veces, inhóspito, los lectores encontrarán en el trayecto de su lectura frases que pueden dar para horas de reflexión, como por ejemplo esta: «Es curiosos que virtual y virtud tengan la misma raíz. Ahí comienza el precipicio, la estafa» (Pág. 101).
Lara Moreno es sin duda una de las nuevas voces más destacadas del panorama actual, de la que esperamos que siga siendo y haciendo, queremos más de esto que sabe hacer tan bien y, por eso, la entrevistamos:
¿Cómo surge la chispa de esta novela?
La chispa argumental surge de una noticia que oí por la radio que animaba a la gente a irse a un pueblo que estaba abandonado y animaba a repoblarlo, eso fue hace cinco años y ahora ya he oído muchas veces que se hace esto pero en ese momento me llamó la atención y como ya estaba gestando esta novela, esa fue la chispa, porque quería que fuese una novela de personajes que se moviesen en un espacio cerrado, una isla o algo parecido, y también me interesaba el cambio climático; quería poner a los personajes en una tesitura un poco tensa, de final de todo y de principio de todo. Así que oí la noticia y pensé «ya sé lo que voy a hacer, voy a comenzar con dos personajes que huyen de la ciudad para repoblar un pueblo».
El libro hace que te plantees preguntas todo el tiempo, por ejemplo, hasta avanzada la lectura no tienes demasiados datos para saber qué ha sucedido, por qué una pareja se precipita a un lugar que parece inhóspito, por qué ella ha dejado atrás su vida si parece que no quería ir; por qué se ha ido con él, si lo quiere dejar…el lector es un mar de dudas…
Pues se va porque quería dejarlo pero no quería dejarlo, abandona la ciudad porque le pasa lo mismo que a nosotros, cuando tenemos tantas dudas que nos dejamos llevar por la situación a ver si así la situación nos soluciona los problemas. Ella tiene una indeterminación brutal en su vida, sabe que no ha sido su voluntad llegar al pueblo, pero si ha sido su voluntad seguirlo a él y seguir el río que la está llevando.
Y no se sabe nada hasta nada de lo que está pasando hasta muy adentrados en el libro y quizá después tampoco se sepa demasiado porque en realidad yo no cuento el motivo de la huida, porque lo que me interesa es la tensión que eso les provoca, la incertidumbre que tienen ante el futuro, la incertidumbre también de los que ya estaban en el pueblo que algunos tampoco se han movido nunca del allí, en un principio, tres personas más, dos de ellos han nacido en ese sitio y el otro lleva mucho tiempo allí y éstos tampoco tienen idea de cómo están las cosas en la ciudad. Hay algo que ha pasado, no algo puntual, pero si algo muy fuerte, como un desmoronamiento del sistema, de los lazos de comunicación.
¿Es como una predicción de futuro?
Espero que no, tengo bastantes más esperanzas, aunque no debería, pero espero que no, Cuando la escribí me limité a soñar y exagerar los problemas que ya estamos teniendo en nuestra civilización, exageré un poco la crisis, pero desde entonces han ido pasando cuatro o cinco años, la crisis se ha agudizado y esa exageración ha dejado de serlo tanto, pero lo que cuento no se corresponde con el mundo real, yo ahí no me he metido, no pretendo hacer predicciones de ciencia ficción del tipo qué va a pasar con nuestra civilización, solamente me sirvió de arranque, un marco que los rodea de forma un poco asfixiante, algo de lo que hay que escapar.
¿Cómo creas los perfiles de los personajes?
Al principio, cuando estaba perfilando todo, cuando cogí un cuaderno y dije ya sé lo que voy hacer, escribí el perfil de cada personaje de modo arquetípico: un filósofo; una pareja; un viejo una bruja entre comillas, alguien que conoce la naturaleza y hace de médico; y una niña, Ivana que representa muchas cosas pero entre ellas el deseo sexual, el amor. Me imaginé una mini comunidad y perfilé así los personajes, de hecho, no sabía cómo eran al completo, sino que poco a poco fui conociéndolos e inventándome sus vidas. Luego cada uno tiene un rol en esta pequeña sociedad para que funcione.
Es curioso que apenas describes a los personajes sino que el lector tiene que imaginarse a los personajes componiendo un puzle…
Ha sido un poco encaje de bolillos, pero sobre la marcha. También lo de escribir en la primera persona de cada uno de los personajes; escribía por la mañana y por la tarde cogía un cuaderno para justificar todas las acciones, aunque luego no lo contase en el libro, pero lo que más me preocupaba era que fuese coherente y así, fui escribiendo sobre la marcha, al principio, no había perfilado la personalidad de los personajes y no sabía tanto de cada uno, sólo los roles que iban a desempeñar; y poco a poco fui trabajando para que fueran figuras que anduvieran con coherencia y llegó un momento en que los conocía, me resultaba mucho más fácil y ya sabía cómo tenían que actuar. A partir de la mitad del libro, todo estaba más claro.
¿Cuál es tu personaje favorito.
No tengo personaje favorito, no tengo uno, supongo que hay algunos que tienen más relevancia que otros como Nadia o Enrique, en algunos momentos, pero los quiero a todos por igual y, de hecho, no quería que hubiese personajes secundarios como, por ejemplo, la niña que aparece más tarde pero que tiene una importancia vital en algunos acontecimientos de la novela. Cada uno tiene una edad y representa un momento de la vida diferente, no puedo quedarme con ninguno. Por ejemplo, el personaje más literarios es Elena, un personaje muy curioso que me costó mucho trabajo hacer, tenía miedo de que alguien tan extraño funcionase, pero me lo he pasado muy bien escribiendo sobre Elena; o cuando conseguí entender la crisis existencial de Enrique o cuando Martín se fue haciendo más simple y más fuerte. No puedo elegir uno.
¿Cómo ha sido utilizar tantas primeras personas?
Para mí era fácil. Pablo Gutiérrez habla de la condena de la primera persona pero, por otro lado, da para contar muchas cosas del personaje, profundizar más; cada personaje puede fomentar su estilo y el monólogo interior da cierta estructura formal que me gusta; a mí me resultaba más fácil dejarme llevar por la primera persona; aunque también utilizo a veces la tercera. Comencé con Nadia y me resultaba muy sencillo porque es de mi generación, es una mujer, y aunque con los otros personajes me resultaron mucho más difícil, seguí ese camino.
Dicen de la novela que al leerla te imaginas a los personajes en planos cenitales, ¿cómo se consigue eso utilizando, prácticamente, en todas las páginas la primera persona?
Sí, aunque también utilizo la tercera persona, mucho menos pero también. Por ejemplo hay una fiesta, bueno una fiesta no, no hay ninguna en todo el libro (risas), pero hay una reunión donde estaban todos y los voy describiendo en tercera persona sin ni siguiera nombrarlos. Ese narrador omnisciente, lo utilicé para que me diese más libertad, un punto de vista más frío y más ligero. Y eso del plano cenital que dice Ana Gaviera me ha gustado mucho, porque incluso con la primera persona también se aprecia y yo misma, a veces, no sabía qué cara tenían los personajes, como al principio no los dibujé tanto… Lo cierto, es que he intentado ver a los personajes desde muchas posiciones distintas; desde la cenital a la visión microscópica de ellos; en definitiva, una visión un poco distorsionada de la primera persona que se aleja y se acerca; aunque no he sido consciente de que lo hacía.
Cómo es tu proceso creativo, por lo que veo es del tipo dejar salir lo que llevas dentro sin muchos planteamientos…
Sí, desde luego en los relatos que he escrito en mi vida han sido así, me pongo y voy haciendo, parto de una escena borrosa y no me planteo nada sino que escribo y veo qué sale. Aunque con la novela, yo pienso que está muy estudiada pero no al modo usual. Escribía y luego me tenía que parar a estudiar qué estaban haciendo los personajes, qué iba a pasar al día siguiente o anotar miles de ideas que se me iban ocurriendo a lo largo del día para ir estructurando la novela, para que todo encajase. En realidad cuando escribes una novela estás todo el tiempo en ella, aunque hagas otras cosas, pero de repente se te van ocurriendo ideas que has de apuntar para que no se te olviden e ir incorporándolas, porque todo puede servir. Así que aunque no fui con brújula, como dice Javier Marías, con un plano ni muchísimo menos, sí fui adelantándome, mínimamente, a los acontecimientos por lo menos a la siguiente página.
Según tú opinión, ¿qué tiene que tener un buen escritor para serlo?
(Risas) Hay tantos buenos escritores, tan diferentes entre sí, un buen escritor… no lo sé, qué te voy a decir, es una pregunta muy difícil.
¿Qué te gustaría que pensase el lector cuando acabase de leer el libro?
Pues que se lo ha pasado bien, que se ha emocionado y que ha conseguido ver crecer a sus personajes incluso identificarse con alguno de ellos sino con todos.
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