Traducción de «La tierra baldía» de T.S. Eliot en Olé Libros.
Olé Libros presenta la publicación de la traducción de «La tierra baldía» por el escritor y traductor Luis Sanz Irles.
«El testimonio más aterrador de un siglo aterrador» Así se ha descrito La Tierra baldía, de T. S. Eliot, que es para muchos el poema más importante del siglo XX en la literatura occidental, e incluso quienes se muestran reacios a concederle esa primacía admiten que está entre los más impresionantes y, a la vez, influyentes.
Dejando de lado las valoraciones estéticas o cualitativas, eternamente discutibles, sí es cierto que se trata del poema más citado, analizado y diseccionado en los ámbitos académico y crítico; desde su publicación en 1922 el número de artículos, disertaciones y tesis sobre la gran creación de Eliot es incesante. La tierra baldía también está, naturalmente, entre los más traducidos.
De obras como esta, ya un clásico en toda la dimensión de la palabra, es bueno que se sigan haciendo versiones. Olé Libros tiene la satisfacción de presentar a los lectores de habla hispana una nueva traducción de La tierra baldía, que ya ha sido recibida con elogios por los críticos y especialistas que han tenido acceso a ella. En el caso de La tierra baldía, además, la traducción reviste una naturaleza especial, ya que el propio poema puede verse como una gran operación de traducción cultural en sí mismo. La profesora Viorica Patea, especialista en Eliot, ha dicho que «La tierra baldía es un gran poema de la traducción».
El propio traductor, en una nota introductoria, ha explicado sus propósitos: reivindicar la dimensión sonora del poema (ritmos, rimas, métrica y recursos retóricos) que, junto con una desaforada y desafiante intertextualidad, le dan al poema su apabullante personalidad. En varias de sus conferencias, Sanz Irles ha definido este poema como «un formidable artefacto sonoro» y ha procurado que esa sonoridad no se pierda en español.
El escritor José Antonio Montano dice: «La traducción de La tierra baldía de Sanz Irles es la mejor que he leído. Traslada efectiva y elegantemente la sonoridad de Eliot, y hace gala de algo que no suele tenerse en cuenta pero que es sustancial en literatura (y más aún en poesía): la sensibilidad semántica. […] Sanz Irles se aproxima a la precisión evocadora de Eliot y propicia, cuando ha de hacerlo, su aire oracular. Consigue formulaciones memorables en español […] que son la recompensa inmediata del lector de este poema complicado».
Esa sensibilidad semántica mencionada por J. A. Montano se aprecia de inmediato, ya en el primer verso, cuando, como un aldabonazo, tanto de sus intenciones estéticas como de su trabajo hermenéutico, Sanz Irles dispara un enérgico preña, separándose de todas las versiones anteriores, para acentuar el carácter dramático de la obra:
Abril es el mes más cruel: preña
de lilas los campos muertos…
Muy poco después nos propone la maravillosa imagen de la nieve ensimismada, que ya indica con claridad ese doble esfuerzo de esta traducción: trasladar al español la increíble sonoridad del original e ir más allá en la interpretación de las claves semióticas, intertextuales y culturales del poema.
«He tratado de conjurar el gran peligro sobre el que advertía el poeta norteamericano Robert Frost —dice Sanz Irles— cuando dijo que poesía es justamente lo que se pierde en las traducciones».
En esta edición el texto del poema (en inglés y español) se acompaña de un prólogo de Ernesto Hernández Busto y un epílogo de José Antonio Montano, que enmarcan con economía y tino tanto la vida y evolución del propio poema, como el valor de la traducción de Sanz Irles.
Sobre esta traducción se ha dicho:
La traducción de Sanz Irles de “La tierra baldía” tiene una ventaja: su atención a la forma del poema, resultado de una lectura profunda y detallada; atención al ritmo, a ciertas rimas, a su oralidad e incluso a su cantabilidad. Su exhaustivo tratamiento de la forma poética permite la recreación del texto original en su integridad.
Recomiendo vivamente esta traducción. ¡Los lectores se la merecen!
Vicente Fernández González. Traductor, Premio Nacional de Traducción.
Liberado del miedo, los complejos culturales y la angustia creativa, Sanz Irles se ha atrevido a “apuntalar las ruinas” de la fragmentaria epopeya eliotiana con esmero erudito y exactitud lingüística, recreando sus secretos y jeroglíficos en una lengua franca y maliciosa como el español. El inglés de Eliot es el de un norteamericano de Nueva Inglaterra que ha aprendido a escribir poesía practicando a fondo el francés de ancestros anómalos como Baudelaire y el lunático Laforgue. Sanz Irles, poliglotón cosmopolita y enciclopédico, conoce todos estos antecedentes y, además, se maneja en francés con el libertinaje verbal de Rabelais y de Rimbaud y en inglés con el brío metódico y salvaje de Chaucer y del polaco Conrad, quien lo aprendió navegando por los dominios en sombra del imperio.
Si solo fuera por esta polifonía, la estupenda traducción de Sanz Irles ya merece mi aplauso.
Juan Francisco Ferré. Escritor. Premio Herralde de novela.
Una traducción hecha con rigor, con sensibilidad y con talento.
Daniel Gascón. Editor de Letras libres.
Esta nueva traducción al español de devuelve al poema su condición musical y la intensidad del original.
Ernesto Hernández Busto. Escritor y traductor.
La extraordinaria traducción de Sanz Irles hace de este libro un acontecimiento editorial.
Jorge Freire. Escritor.
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