Guillermo Roz: «Con Malemort jugué un poco al dios malo como escritor»

Guillermo Roz entrevista Malemort

Guillermo Roz nos presenta su nueva novela Malemort, el impotente (Alianza Editorial) Novela ganadora del XVI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones.

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El escritor argentino Guillermo Roz en su casa de Madrid. Fotos: Edu León

Roz es un autor inclasificable, según sus propias palabras. No se siente atado a ningún género.»Me embarco en proyectos absolutamente libre de toda frontera.» Así era su anterior novela Teníamos que haber venido solos y esta última en la que la mezcla de géneros es como la vida misma.

Lo que sí obsesiona a este autor argentino, afincado en España desde hace muchos años, es la persecución del lenguaje. Ese es su objetivo: «lo que no me deja vivir es si el adjetivo de la línea tres está mal puesto». Como decía Cortázar,  y también lo dice Roz, un hombre que sabe escribir todo lo hace interesante. «Mi verdadero desafío es con las palabras no con los contenidos.»

Y de retos sabe bastante Guillermo Roz, uno más es esta nueva novela  en la que nos hace viajar al siglo XIX, de Francia a América, con un personaje inolvidable, Malemort.

Un placer inmenso volver a encontrarnos.

¿Cuéntanos qué nos vamos a encontrar cuando abramos Malemort, el impotente?

Malemort es un juego de muñecas rusas donde cabe una novela negra, una novela romántica, una novela de época o una novela histórica;  porque uno de los disparadores es la aventura de 60 familias francesas que tenían como mucho dos hectáreas creyeron que en algún punto de América tendrían 100 hectáreas para que las trabajaran. Un sueño que despues la novela mostrará si era tan dorado como se planteaba al principio. Una gran aventurera humana capitaneada por un hombre que vive contra su destino.

La impotencia  y la lucha contra ella… A todos los niveles…

Malemort se encuentra con ese sambenito terrible, es el impotente, que es un poco el gancho que tiene la obra de tipo material, sexual, que es una metáfora más grande sobre la necesidad del hombre de saltar barreras que la vida impone, a Malemort, le impone una barrera sentimental, sexual, erótica y uno de los salvoconductos que le puede hacer pervivir es el del viaje a América. En esa primera parte del libro se habla de esa parte tan contrariada que se antepone con el viaje a América que en la novela es la parte verídica.

Te has basado en hecho reales…

Se basa en un pueblo que se llama Pigüé que todavía existe en la provincia de Buenos Aires y estoy casado con una chica hispano francesa; todo eso se combinó con una historia verídica que transformé, al final ambas se hicieron una sola novela que fui cortando y pegando, como un niño con plastilina.

¿Cómo construiste al personaje principal?

Lo transforme tanto que éste era un vasco en el siglo XX y lo convertí en un francés en el siglo XIX; la primera parte es pura invención. Sobre todo, quería hacer una ambientación histórica de esas familias que, a finales del siglo XIX, se quedaban cada vez más pobres por una peste, la filoxera. Así, encontré a un campesino soñador, mujeriego, un poco al estilo de la picaresca a la española. Me gustaba construirlo así, porque me gustaba que en algún momento un personaje que crea mucha empatía se pegue porrazos a nivel sentimental. Con Malemort jugué un poco al dios malo como escritor.

¿Cuándo decidiste ponerte a escribirla?

No lo decidí, me la contaron para que la escribiera, la del impotente, una historia real de un muchacho al que su mujer lo acusa de impotente y que termina en un caso judicial. Fue un amigo que vino a mí, diciéndome tengo una historia increíble pero tienes que contarla, algo que nunca hago, soy así de rebelde, pero ésta se quedó en mi y, entonces, voy a Francia y me encuentro con estos colonizadores y de repente veo al vasco encima del barco del siglo XIX.  Tenía que sentarme a escribirla y me senté.

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¿Cómo definirías tu estilo como escritor?

Inclasificable, es que cada día complico más las cosas a la gente. Cuando se publicó Tendríamos que haber venido solos, algunos lo querían poner en la sección de terror  otros en novela negra, en realismo y, luego, Casa del Libro lo puso en libros de bolsillo. Esta novela es otra vez una invitación a la confusión, a la libertad de género o a la suma de todos ellos. Voy tan contento a la Semana Negra de Gijón como al festival de la novela romántica o para hablar de inmigración o de novela poética o  como reflexión filosófica.

La vida es así también…

Siempre digo que como la vida no tiene un género definido sino todos ellos, no puedo, yo siento que nunca voy a poder ser un autor que pueda jugar a un género definido, no me sale, porque me divierten todos y le tengo poco respeto a los límites.

¿Qué te gustaría que pensase el lector cuando termine de leer esta novela?

Me gustaría que pensase: el autor de este libro está loco pero me gusta.

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